miércoles, 15 de marzo de 2023

Un momento... La trampa

 


UN MOMENTO CON DIOS

La trampa

 

 “El miedo a los hombres es una trampa, pero el que confía en el Señor estará protegido.”  (Proverbios 29. 25)

 

Los antiguos cazadores no tenían armas de fuego ni miras telescópicas, por lo que debían utilizar su ingenio para poder cazar las presas. Como sus armas no eran confiables, usaban métodos alternativos. La más clásica de las trampas era cavar un pozo profundo en la tierra, cubrirlo con ramas y colgar un señuelo para llamar la atención de la presa. Cuando ésta se acercaba para tomar el señuelo, las ramas no soportaban su peso y caía en el pozo. Ya encerrado y sin salida, era fácil presa del cazador.

Las trampas siempre han sido una herramienta muy utilizada para conseguir lo que se desea. Son situaciones ocultas, oscuras, inquietantes que se esconden para dañar. Nunca una trampa tiene como finalidad el beneficio de la presa, siempre el beneficio es para el cazador y a expensas del atrapado.

Salomón, el hombre más sabio del mundo rescata esta idea y con gran sutileza define una máxima espiritual. Confiar en las personas, es una trampa. Porque el ser humano está condenado a fallar, a fracasar, a mentir y a perjudicar a los otros. Está en su misma naturaleza y no puede evitarlo. Puede disimular por un tiempo, pero a la corta o a la larga, la trampa terminará dañando a otros.

Frente a esta realidad, Salomón, recomienda un camino más seguro. Frente a la amenaza permanente que es el resultado de vivir en esta sociedad, podemos confiar en Dios para salir bien librados.

Porque Dios no cambia, y siempre permanece fiel; no importa cuántas veces le fallemos, ni lo mal que nos portemos, en SU misericordia ÉL nos sigue amando de la misma manera y nos sigue buscando.

¿Debemos por esta razón dejar de creer en todas las personas y verlas como enemigos? De ninguna manera; lo que recomienda Salomón es a tener cuidado y estar atentos.

Relacionarnos con todos, pero no depender de ninguno; trabajar en armonía, pero no depositar toda nuestra esperanza en lo que pueda darnos alguna persona, porque como persona se puede equivocar.

Nuestra confianza [dependencia] pertenece a nosotros, y debemos escoger en quién o en qué depositarla. Sabemos que Jesús es la Roca Eterna, todo lo demás es arena movediza. Eso significa que somos sabios cuando confiamos en ÉL, la única fuente de estabilidad.

Empeñémonos en crecer hasta tal punto que podamos decir: “Solamente en Cristo pondré mi confianza”, entonces, y sólo entonces, vendrá el gozo, la paz, la victoria y sólo ÉL recibirá toda la gloria.

No caigamos en la trampa de confiar en la fuente equivocada. Solo Dios es digno de confianza y nunca falla. Acerquémonos confiadamente al Trono de Su Gracia, para hallar el oportuno socorro.

Dios les bendiga abundantemente.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario