UN MOMENTO CON DIOS
Cuán grande es la gracia de
Dios
"Así, pues, justificados por la fe tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien tenemos también, por la fe, acceso a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios." (Romanos 5. 1 – 2)
Gracia es mucho más que una
cualidad que hace agradable a una persona. La palabra comunica la idea de
bendición. Como hijos de Dios, somos los receptores de gracia, la cual es
derramada sobre nosotros por nuestro Padre Celestial.
El favor de Dios se ve en
nuestra salvación, como nos dice Efesios 2. 8 “Por gracia sois
salvos”. La bendición es inmerecida, no se gana.
ÉL actuó puramente por Su
misericordia. Sacrificó SU precioso Hijo, Jesucristo, para que pudiéramos ser
reconciliados con ÉL y adoptados en Su familia.
La gracia es también la esfera
en que ejercemos la vida cristiana.
En el momento de la salvación,
fuimos trasladados del reino de las tinieblas al reino de la
luz " y, con gozo, daréis gracias al Padre que nos hizo aptos
para participar de la herencia de los santos en luz. Él nos ha librado del
poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su amado
Hijo," (Colosenses 1. 12 - 13). Aquí, ponemos en práctica nuestra
nueva identidad como hijos de Dios y le glorificamos.
La hermosura de la gracia se
hace especialmente evidente cuando consideramos quiénes fuimos una vez, un
pueblo hostil al Señor y alejado de ÉL. Estábamos muertos espiritualmente,
viviendo de acuerdo con nuestros intereses egoístas "Él os dio vida a
vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados," (Efesios 2. 1)
Pero ahora, por la fe en el
Señor Jesús como nuestro Salvador, Dios nos ha justificado y nos ha dado una
vida nueva. Ha declarado que tenemos una posición correcta delante de Él "Ahora,
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu," (Romanos 8. 1)
Todos nuestros pecados fueron
puestos sobre Jesús, y Su justicia ha sido acreditada a nuestra cuenta de forma
permanente.
Imagínate viviendo en el favor
de Dios. Internaliza esta verdad, y luego da gracias a Él.
Dios les bendiga
abundantemente.
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