domingo, 30 de enero de 2022

Un momento... No te dejaré ni te desampararé

 


UN MOMENTO CON DIOS

No te dejaré, ni te desampararé

 

“No te dejaré ni desampararé” es la garantía que Dios nos da para alcanzar el éxito. El Señor no permitirá que nos hundamos o que fracasemos.

«Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas». (Josué 1. 4 – 9)

En el libro de Josué se muestra como los israelitas están acampando a orillas del Jordán, antes de entrar a la tierra que Dios les había prometido. Treinta y nueve años, después de pasar un año en el monte de Sinaí recibiendo la Ley de Dios, fueron en total 40 años, esperando para recibir la promesa. Tuvieron la oportunidad de entrar antes a la tierra prometida, pero no confiaron en que Dios les daría la victoria y los hizo vagar y peregrinar por el desierto hasta que esa generación incrédula desapareció.
Tuvo que levantarse una nueva generación que obedeciera los mandatos de Dios, a fin de que pudieran entrar en la tierra de la promesa. A medida que los hijos crecían se les recordaba que la fe y la obediencia traen victoria sobre la vida, mientras que lo contrario acarrea tragedia.
Igualmente pasa con nuestras vidas, cuantas veces nuestro actuar en desacuerdo con la Palabra de Dios ha retardado la bendición y el cumplimiento de las promesas de Dios para nosotros.

Bien dijo Jesús en Juan 15. 5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. La clave para permanecer bendecidos y que todo nos salga bien es permanecer en Él.

Quizás el ejemplo de Josué nos sirva para apropiarnos de esa verdad. Porque Dios nunca nos deja ni nos desampara, cuando mantenemos una relación continua, íntima y personal con Él. Necesitamos que nos guíe en el día a día. Entonces todas sus promesas para nosotros serán una realidad que podemos compartir.

Las promesas de Dios están a nuestro alcance. Dios promete nunca dejarnos, ni abandonarnos, promete proveer para nosotros siempre. 

Si aplicamos esta verdad a nuestra vida, no hay porque vivir llenos de preocupaciones, Él tiene especial cuidado de nosotros. El Señor nunca nos va olvidar, nunca nos va a desamparar, solamente hay que vivir continuamente dependiendo de Él, haciendo su voluntad. Todos nuestros días están seguros en Dios.

Dios les bendiga abundantemente.

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