miércoles, 26 de enero de 2022

Un momento... Dios es nuestro protector

 


UN MOMENTO CON DIOS

Dios es nuestro protector


David enfrentó muchos peligros antes de llegar a ser rey. Sufrió varios intentos de asesinato, vivió como forajido, le persiguieron ejércitos y luchó en muchas batallas. Su vida estaba en constante amenaza, pero David se sentía seguro.

David confiaba en Dios. Sabía que Dios estaba con él y lo protegía en todo momento. Por eso escribió el Salmo 27.

“El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme? Cuando los malvados avanzan contra mí
para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen. Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza”.
(Salmo 27. 1 - 3)

David enfrentó peligros muy grandes que serían difíciles de superar para cualquier otra persona. Sin embargo, él sabía que Dios es mucho más grande que cualquier amenaza. En los primeros versículos de este Salmo vemos la confianza total que David tenía en Dios, fruto de las experiencias de su vida. Él había experimentado el poder salvador de Dios, su ayuda y cuidado en momentos de gran riesgo. Había vivido grandes momentos con Dios por lo que su confianza en él era absoluta. Sabía que Dios lo ayudaría en medio de cualquier situación.

A veces podemos sentir que los problemas que enfrentamos son imposibles de resolver. Todo parece estar en contra nuestra. Pero contamos con Dios, su presencia, su ayuda, y no debemos tener miedo. Nada es imposible para Dios. Cuando Dios está con nosotros podemos enfrentar ejércitos con confianza.

El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?
(Salmo 27. 1)

En Dios tenemos un lugar seguro

“Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor
y recrearme en su templo. Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su tabernáculo me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca. Me hará prevalecer frente a los enemigos que me rodean;
en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al Señor.
(Salmo 27. 4 - 6)

Cuando llegaba la hora de dificultad David se refugiaba en la presencia de Dios. El templo representaba su presencia donde todos podían acercarse y recibir bendición. Era allí donde David encontraba la victoria.

Estar ante Dios da paz y alivio en los momentos más duros de la vida. No hay ninguna otra cosa que nos pueda dar esa paz tan profunda. Cuando nos cuesta enfrentarnos al mundo y sus retos, podemos correr a Dios y encontrar la fuerza que necesitamos para superar todos los problemas.

 

Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo.
(Salmo 27. 4)

David tenía una certeza. No importaba cuántas dificultades llegaran a su vida él sabía que vería de nuevo la bondad de Dios en su vida. En medio de las circunstancias difíciles él sabía que Dios traería cosas buenas a su vida. Por eso termina el Salmo animando a sus oyentes (a cada uno de nosotros) a poner su esperanza en Dios. Termina dando una palabra de ánimo, diciendo que podemos confiar en Dios siempre porque él nunca nos fallará.

“Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor!” (Salmo 27. 14)

Dios les bendiga abundantemente.

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