viernes, 27 de marzo de 2020

LO QUE DEBEMOS CONOCER



LO QUE DEBEMOS CONOCER
Entendiendo el cuerpo, el alma y el espíritu.

Cuando el cuerpo está bien, estamos saludables, y cuando el alma está bien, estamos contentos. Cuando el espíritu está bien, podemos vivir en santidad. Así es como Dios quiso que el hombre estuviera. Así era Adán antes del pecado. Tenía un cuerpo saludable, estaba feliz en su alma y era santo en su espíritu. Era una persona completa. 
       
Cuando el diablo viene a tentar, ¿cómo lo hace? En el cuerpo, el alma o el espíritu.
Recordemos, tenemos tres enemigos: el mundo, la carne y el diablo. Encontraremos que cada uno de esos enemigos nos atacarán en una parte de nuestra naturaleza.
El mundo nos atacará sobre todo en el alma. ¿Qué es el alma? El ego, el yo, la mente, las emociones y la voluntad. Un cristiano mundano es simplemente una persona cuya mente, emociones y voluntad han sido acopladas a los patrones del mundo.
Muchos hombres de hoy en día afirman confiar en Dios, pero sus actos demuestran cuán egocéntricos son.
 La carne ataca el cuerpo, nuestra naturaleza pecaminosa, nos tienta principalmente en el área del cuerpo. El cuerpo no es malo, pero la vieja carne nos tentará en el área de nuestro cuerpo y nuestra vida física. Estamos hablando de pecados de glotonería, violencia, pereza, impureza, perversión.         
Cuando Dios dice: «Huid de la fornicación», cuando dice, «no cometerás adulterio», no está intentando mantenernos alejados de las relaciones sexuales; está llamándonos a disfrutarlas dentro de los lineamientos de su Palabra y su voluntad. Las relaciones sexuales son un maravilloso regalo de Dios, pero el diablo es un pervertido, y pervertirá lo que es bueno, virtuoso y santo. Así que él toma la carne, esa vieja naturaleza pecaminosa, y toma algo como el cuerpo, que es bueno, lo tuerce y lo pervierte.
Mientras el mundo pelea contra el alma, la carne pelea contra el cuerpo.
El diablo ataca el espíritu, él no ataca principalmente el cuerpo, sino el área del espíritu. El diablo pelea contra su espíritu.
Recordemos que el espíritu es la parte de nuestra naturaleza que nos permite conocer a Dios y rendirle culto, y eso es lo único que el diablo no quiere. Él quiere crear una división entre nosotros y Dios.
Él prefiere a un hombre seguro de sí mismo, que crea que puede manejarlo todo, que no necesita ninguna dependencia de Dios. El diablo no está en contra de la religión o la buena conducta. Igual de rápido nos enviará al infierno ya sea desde el banco de la iglesia o desde una calle.
Cuando Jesús iba hacia el Calvario les dijo a sus discípulos que iba a ser crucificado. Simón Pedro dijo: “Señor, que esto nunca te suceda. ¡No Señor!”. Jesús le dijo: “Pedro, Satanás te ha pedido para zarandearte como si fueras trigo, pero yo he orado por ti para que no falle tu fe”. Y Pedro dijo: “Señor, si es necesario iré contigo a la prisión y hasta la muerte”. Y Jesús le dijo: “Pedro, antes de que el gallo cante, tres veces habrás negado que me conoces” (Mateo 16.22; Lucas 22.33 - 34)
 ¿En qué área de Pedro estaba trabajando Satanás? En su fe, su relación con Dios. De eso se trataba la tentación, de negar a Jesús. Su espíritu estaba bajo ataque, su fe se debilitó, y era el diablo el que estaba haciendo todo eso.
Cuando lo hace, la Biblia nos dice que usemos el “escudo de la fe” para protegernos contra los dardos de fuego de la duda provenientes de Satanás (Efesios 6.16).
Es así que los peldaños de la tentación son el cuerpo, el alma y el espíritu. El mundo ataca sobre todo el alma. La carne ataca principalmente al cuerpo, y el diablo ataca el espíritu.
Dios les bendiga abundantemente.

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