martes, 17 de marzo de 2020

LO QUE DEBEMOS CONOCER



LO QUE DEBEMOS CONOCER
El pecado domina la mente
         
En el Salmo 51 versículo 3, David dice: «Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí». Piense en la expresión: «Y mi pecado está siempre delante de mí».

Día y noche, noche y día, lo que David había hecho se había grabado de tal manera en su conciencia, retumbaba tanto en su espíritu que todo el tiempo estaba consciente de ello. Una prueba para saber si usted es salvo no es ver si puede pecar, sino ver si puede pecar y simplemente ignorarlo, olvidarlo.
Si somos hijos de Dios, el Espíritu Santo no nos permitirá ignorarlo ni olvidarlo. El Espíritu Santo pondrá su dedo en la llaga y hará presión.
David dijo: «Mi pecado está siempre delante de mí». El pecado cometido dominaba su mente. Eso no significa que conscientemente él estuviera pensando en el pecado todo el día.
En su corazón y en su vida podemos haber pecado. Es probable que estemos intentando resolver un problema de matemáticas. Puede que en ese preciso momento no estemos pensando en ese pecado, pero no significa que el pecado no esté siempre allí.
Ahí está, ya sea en nuestra mente consciente o quizás peor, en nuestra mente subconsciente. Podemos darle un empujón y quitarlo del frente de la puerta, pero él rondará la casa y entrará por una ventana. Se presentará en nuestro subconsciente con un temperamento irritable, con desconcentración, insomnio, falta de gozo. El pecado estará allí noche y día.
Si sencillamente podemos pecar y olvidarlo, necesitamos preguntarnos: «¿En realidad he sido salvo?».
Hay dos tipos de heridas que pueden llegar al alma humana, a la psiquis humana: una es la culpa y otra la tristeza. La tristeza es una herida limpia; debemos darle tiempo y sanará, pero la culpa es una herida sucia. Simplemente se infecta y sigue así sin detenerse hasta que sea limpiada. Por eso David ora: «Oh Dios, mi alma se siente sucia, mi mente está dominada por lo que he hecho».
Dios les bendiga abundantemente.

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