viernes, 20 de marzo de 2020

LO QUE DEBEMOS CONOCER



LO QUE DEBEMOS CONOCER
El pecado destruye el testimonio
         
El pecado no sólo degenera el espíritu, sino que destruye el testimonio. Esta es una de las peores cosas que pueden ocurrir en la vida de un hijo de Dios por causa del pecado.
Observemos el Salmo 51:14: “Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, y con regocijo cantará mi lengua tu justicia”. 

¿Sabe por qué la gente no canta en el servicio de alabanza? Porque no está llena del Espíritu. Simplemente está llena de pecado. No tiene nada para cantar. Han perdido su canción porque han perdido su testimonio.
Miremos el versículo 15: “Señor, abre mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza”. David no estaba alabando a Dios porque sus labios estaban sellados. Su pecado había destruido su testimonio y la alabanza se había secado.
No estaba conduciendo almas a Cristo por lo que dice en los versículos 12, 13: “Devuélveme el gozo de tu salvación, y un espíritu generoso me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti”. No había alabanza, no había canción, ningún alma ganada. ¿Por qué? Porque el pecado había destruido su testimonio.
 A veces en la iglesia vemos personas que apenas se sientan con sus brazos cruzados. Parece que dijeran: “Bendíceme si puedes”. ¿Y por qué no están alabando a Dios? ¿Por qué no están en comunión? ¿Por qué no están gozosos? ¿Por qué no pueden decir: “Gloria a Dios”? ¿Por qué no pueden alzar sus corazones a Jesús en alabanza? Porque algo anda mal por dentro. Andrew Murray dijo: Hay dos clases de cristianos, los ganadores de almas y los reincidentes.
¿Cuáles son las consecuencias del pecado en un cristiano?
Ensucia el alma, domina la mente, deshonra al Señor, deprime el corazón, enferma el cuerpo, degenera el espíritu y destruye el testimonio.
¿Puede pecar un cristiano? Sí, lo puede hacer.
¿Puede un cristiano pecar y no sufrir? No, recordemos que el hombre más miserable sobre la Tierra no es el que no es salvo, sino el hombre que es salvo y no tiene comunión con Dios.
Esta es una enorme verdad que no suele decirse muy a menudo en los sitios en los que debería decirse a diario. De hecho, a mucha gente el escuchar algo así lo pondría muy mal, tanto que probablemente decidieran retirarse primeramente del servicio y, muy probablemente también de la congregación. Eso, claro está, si no se tiene en cuenta para nada lo que Dios piense o pueda hacer al respecto.
Dios les bendiga abundantemente.

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