viernes, 6 de enero de 2017

Leyendo... Jueces capítulo 21


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LECTURA DIARIA:
Jueces capítulo 21

Este capítulo revela que antes de las batallas los israelitas habían jurado no casar a sus hijas con los benjamitas. Fue una promesa poco pensada, formulada en el ardor del momento.
El problema creado por el voto se revelaba en la lamentación de Israel ante el arca del pacto. Ya que habían matado a todas las mujeres de Benjamín, no quedaban mujeres israelitas con quienes los 600 sobrevivientes de Benjamín podrían casarse. Si este problema no se solucionaba, la tribu dejaría de existir.
La pregunta de los israelitas era ingenua. Fue a causa de su voto y su matanza que Benjamín estaba en peligro de extinción. Hacen caso omiso de su culpa y, al referirse a Dios como Dios de Israel, intentan responsabilizarle a Él de esta calamidad en su pueblo. 
La mañana después del día de lamentación, los israelitas ofrecen sacrificios a Dios. Cuando lamentaron y ofrecieron sacrificios, Dios les ayudó, sin embargo, frente a la presente crisis guarda silencio. 
Hicieron un recuento y descubrieron que nadie de Jabes había llegado a la asamblea en Mizpa. Jabes en Galaad estaba al lado oriental del Jordán, en el territorio de Manasés.
Los israelitas enviaron a 12.000 guerreros para ejecutar el juramento. Primero matan a todas las mujeres de Benjamín, y luego, como acto de compasión hacia Benjamín, aniquilan a los habitantes de Jabes y raptan a sus doncellas. En vez de aceptar las consecuencias de romper su voto imprudente, prefieren matar a toda una ciudad sencillamente por no apoyar su acción en contra de Benjamín. 
Israel entregó las vírgenes a los benjamitas, quienes ya tenían cuatro meses de estar refugiados en la peña de Rimón, pero las 400 mujeres no alcanzaron para los 600 varones. 
Los ancianos idearon otro plan para conseguir esposas israelitas para Benjamín sin romper su juramento. El plan tenía que ver con Silo, donde estaba el campamento de Israel. 
Los ancianos ordenaron a los benjamitas raptar una doncella por cada hombre y llevarla a Benjamín, a dos horas de distancia. 
Tanto los de Benjamín como los de Israel se conformaron con lo logrado. 
Jueces concluye: “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía”.
Sin embargo, poco después del período de los jueces, Dios escogería a un pastor cuyo hijo sería el rey justo de Israel. Por medio de él, cada quien haría lo que agrada a Dios, porque la ley divina sería escrita en su corazón.

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