LECTURA DIARIA:
1 de Samuel capítulo 4
Los filisteos, un pueblo no semita que emigró desde Creta, vivía en cinco ciudades localizadas en la parte sudoccidental de Canaán: Gaza, Ascalón, Ecrón, Gat y Asdod.
En la época de Samuel, este pueblo estaba muy bien establecido en cinco de las ciudades de Gaza en la parte sudoeste de Canaán y constantemente presionaban tierra adentro en contra de los israelitas. En todo ese tiempo, los filisteos fueron los mayores enemigos de Israel.
Los israelitas culpaban al Señor por la derrota que sufrían en manos de los filisteos, pero en realidad era ocasionada por su propio pecado e ignorancia.
Los israelitas comenzaron a usar el arca del pacto, que se suponía debía ser guardada en el Lugar Santísimo, un lugar sagrado del tabernáculo, a usarla como un amuleto de buena suerte, con la esperanza de que los protegiera de sus enemigos. Su actitud hacia el arca llegó a asemejarse peligrosamente a la idolatría. Cuando el arca fue capturada por sus enemigos, pensaron que la gloria de Israel estaba perdida y que Dios los había abandonado.
El pueblo creía que el arca les daría la victoria cuando Ofni y Finees la llevaron a la batalla. Pero Israel se había apartado de Dios y ahora sólo se mantenían fieles a una forma de devoción, un símbolo de victorias anteriores.
En este evento también murieron Ofni y Finees en cumplimiento de la profecía en 1 de Samuel 2.34 que establecía que los hijos de Elí, morirían el mismo día.
En este tiempo, la ciudad de Silo era el centro religioso de Israel. El tabernáculo estaba establecido permanentemente allí. Elí era el juez y el sumo sacerdote de Israel, al enterarse de los acontecimientos cayó al suelo y murió. Su muerte marca el fin del período oscuro de los jueces cuando la mayoría de la nación ignoró a Dios.
Para completar la desgracia experimentada por la familia de Elí, murió también su nuera al dar a luz. En su último suspiro dio la expresión perfecta a su irremediable desesperación. Nombró a su hijo Icabod, que quiere decir “sin gloria”.
Este incidente ilustra la oscuridad y decadencia espiritual de Israel. Se suponía que este joven Icabod sucedería a su padre Finees en el sacerdocio, pero su padre había muerto por ser un hombre malo que había profanado el tabernáculo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario