miércoles, 18 de enero de 2017


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LECTURA DIARIA:
1 de Samuel capítulo 6

A pesar del duro trato que recibieron, los filisteos conservaron el arca del pacto por siete meses. En ese tiempo los israelitas no hicieron esfuerzo alguno por recobrar el arca.
Al pensar en regresarla, consultaron a sus sacerdotes y adivinos. Era la costumbre de las naciones paganas consultar así a sus curanderos. El faraón llamó a sus sabios y hechiceros al ser confrontado por Moisés. Los filisteos recordaron ese evento de Egipto. El consejo dado a los príncipes tenía el propósito de aplacar la ira de un dios poderoso, y por temor ese consejo fue aceptado. 
El versículo 4 correctamente traduce ofrenda por la culpa y no “expiación”. Es interesante ver la diferencia entre lo que Dios demanda por la culpa o el pecado, y lo que exigían los adivinos paganos. Por un lado es un carnero sacrificado, y por el otro unas figuras de tumores y ratones. 
Probablemente los filisteos pensaban que así enviarían lejos la plaga o peste. Era un acto simbólico para ellos con el cual pensaban deshacerse de la terrible realidad. 
Su incredulidad les motivó a idear una última prueba de la realidad del origen divino de esta peste. Una carreta nueva tirada por dos vacas que estuvieran criando. Esta carreta llevaría el arca lejos de ellos y según donde fuera sabrían si era Dios quien los había castigado o no.
Así llegó la carreta a Betsemes que era la ciudad más cercana a Ecrón, a unos 25 km. al este, dentro del territorio de Israel. Era mayo o junio cuando el arca llegó a Betsemes. Este parece haber sido el caso por la siega del trigo y siendo así, la gente hubiese estado en el campo trabajando.
Al ver el arca y contemplar la importancia de la situación, el regocijo no conocía límites. Puesto que era una ciudad levita, los hombres hubieran sabido qué hacer. Valiéndose de la madera de la carreta y la proximidad de una gran piedra, hicieron sacrificar las dos vacas en holocausto a Dios. Realmente estos dos animales satisfacían los requisitos de Números para la purificación de la inmundicia. Y no solamente esto, sino que también hicieron holocaustos y ofrecieron sacrificios, festejando esta gran ocasión. 
Todo esto le hubiera agradado a Dios.
Pero la historia del arca en Betsemes terminó mal. Los hombres en su profana curiosidad miraron dentro del arca, algo específicamente prohibido en Números 4.20. 
Los hombres se acercaron indebidamente en su desobediencia sin guardar la santidad y reverencia que demandaba la ley. La pena de muerte fue aplicada inmediatamente por Dios mismo y murieron 70 de ellos. 
La pregunta del versículo 20 establece el temor del pueblo ante esta demostración del tremendo poder de Dios. Era la reacción de hombres asombrados por la santidad del Señor y profundamente conscientes de su propia indignidad.

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