domingo, 22 de enero de 2017

Leyendo... 1 de Samuel capítulo 10


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LECTURA DIARIA:
1 de Samuel capítulo 10

A lo largo de toda la Escritura el aceite simboliza al Espíritu Santo. Esta es la primera referencia que aparece en la Biblia de alguien ungido con aceite, aparte de los sacerdotes ungidos en el santuario. Evidentemente, a la monarquía se le estaba dando tanta importancia como al sacerdocio.
Cuando un rey israelita ascendía al trono no era sólo coronado sino ungido. La coronación era el acto político para establecer al rey como gobernante, la unción era el acto religioso para hacerlo representante de Dios ante el pueblo. Un rey siempre era ungido por un sacerdote o un profeta. El aceite especial para la unción era una mezcla de aceite de oliva, mirra y de otras especias caras. Era derramado sobre la cabeza del rey para simbolizar la presencia y el poder del Espíritu Santo de Dios en su vida. Esta ceremonia de unción era para recordarle al rey su gran responsabilidad de guiar a su pueblo por medio de la sabiduría de Dios, y no por cuenta propia.
Samuel le indica que vaya a la tumba de Raquel, la esposa de Jacob que murió al dar a luz a su hijo Benjamín, cuyo nombre fue adjudicado a una de las tribus israelitas. Su tumba estaba entre Jerusalén y Belén.
Más adelante en la encina de Tabor, tres hombres lo llevarán a Bet-el a adorar a Dios. Estos hombres le ofrecerían panes que debían ser recibidos por Saúl como el homenaje que se le tributaba en su condición de ungido de Dios.
Al llegar a Gabaa y encontrarse con los profetas Saúl el Espíritu de Dios vendría sobre el y seria mudado en otro hombre.
A lo largo del Antiguo Testamento, el Espíritu de Dios venía a una persona de manera temporal para que así Dios lo pudiera utilizar para grandes obras. En sus primeros años de rey, Saúl fue una persona diferente como resultado de la obra del Espíritu Santo en él. Pero conforme creció en poder, también creció en arrogancia. Había recibido el poder de la mano de Dios, pero la decisión de actuar correspondía a Saúl.
Tanto su transformación como la recepción del poder del Espíritu Santo, así como la regeneración de su corazón, eran algo esencial si Saúl iba a guiar a Israel de acuerdo con los propósitos de Dios.
Lo que Samuel había hecho en privado, ungir a Saúl, fue confirmado públicamente, de modo que tanto el pueblo como Saúl estuvieron seguros de la elección de Dios.
Algunos hombres se volvieron los acompañantes de toda ocasión de Saúl, mientras que otros lo despreciaron. En este momento, Saúl no prestó atención a aquellos que parecían estar contra él, aun cuando más tarde sería consumido por los celos.

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