LECTURA DIARIA:
1 de Samuel 2
La oración de Ana nos muestra que todo lo que tenemos y recibimos es un préstamo de Dios. Ana pudo haber tenido muchas razones para ser una madre posesiva. Pero cuando Dios contestó su oración, ella cumplió su promesa de dedicar a Samuel al servicio de El.
Luego de entregar a Samuel, Elcana y Ana regresaron a su casa. Samuel aprendió el oficio sacerdotal bajo la dirección de Elí, a quien servía personalmente.
La ley estipulaba que todas las necesidades de los levitas fueran satisfechas por medio de los diezmos del pueblo. Ya que los hijos de Elí eran sacerdotes, debían usar este medio para satisfacer sus necesidades. Pero los hijos de Elí se aprovecharon de su posición para satisfacer su lujuria de poder, de posesiones y de control. Su desprecio y arrogancia hacia el pueblo y el culto socavaron la integridad de todo el sacerdocio.
Elí sabía que sus hijos eran malos, pero hizo muy poco para corregirlos o detenerlos, incluso cuando la integridad del santuario de Dios se veía amenazada. Elí no quiso enfrentar la situación. Al ignorar sus acciones egoístas, Elí permitió que sus hijos arruinaran sus vidas y las de muchos otros.
Mientras tanto Samuel ministraba en la presencia de Dios usando un efod de lino. Un efod era un chaleco largo sin mangas hecho de lino puro que usaban los sacerdotes.
Dios honró los deseos de la fiel Ana, Samuel fue utilizado poderosamente por Dios. Además, Dios le dio a Ana otros cinco hijos además de Samuel.
Los hijos de Elí sabían lo que debían hacer, pero continuaron desobedeciendo a Dios deliberadamente al engañar, seducir y robar al pueblo.
Dios envió a un profeta, se lo nombra solo como un hombre de Dios sin más apelativos. El mensaje fue duro, anuncia que habría debilidad en su familia, la humillación del tabernáculo, la transferencia del sacerdocio y la muerte de Ofni y Fineas en un solo día. Su familia así se debilitó.
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