viernes, 27 de enero de 2017

Leyendo... 1 de Samuel capítulo 15


La imagen puede contener: una o varias personas y exterior
LECTURA DIARIA:
1 de Samuel capítulo 15

Los amalecitas vivían de atacar a otras naciones para apoderarse de sus riquezas y sus familias. Fueron los primeros en atacar a los israelitas cuando estos entraron en la tierra prometida, y siguieron atacando los campos israelitas cada vez que tenían la oportunidad. Dios sabía que los israelitas nunca podrían vivir pacíficamente en la tierra prometida mientras existieran los amalecitas. También sabía que sus prácticas corruptas e idólatras amenazaban la relación de los israelitas con El. La única forma de proteger el alma y el cuerpo de los israelitas era destruir completamente a esa nación guerrera y todas sus posesiones, incluyendo sus ídolos.
En esa guerra santa, todo el botín era considerado una ofrenda a Dios, y cuando Saúl tomó lo mejor para sí ello representó una manifiesta rebelión contra Dios.
Saúl y sus hombres no destruyeron todo el botín de guerra como lo ordenó Dios. La ley de dedicar algo, apartarlo, enteramente para la destrucción era bien conocida para los israelitas. Cualquier cosa que estuviera bajo la “prohibición” de Dios debía ser completamente destruido. Dios quería evitar que la idolatría invadiera a Israel, porque muchas de sus cosas de valor eran ídolos. El violar esta ley era castigado con la muerte. Mostraba falta de respeto y total desacato a Dios porque violaba directamente su mandamiento.
Dios dijo que se lamentaba por haber hecho rey a Saúl, ¿estaba diciendo que había cometido un error? El comentario de Dios fue una expresión de tristeza, no el reconocimiento de un error. Un Dios omnisciente no puede cometer errores; por lo tanto, Dios no cambió de parecer. Sin embargo, sí cambió de actitud hacia Saúl cuando Saúl cambió. El corazón de Saúl ya no pertenecía más a Dios, sino a sus propios intereses.
Saúl levantó un monumento, pretendiendo ofrendar a Dios, pero estaba ofrendándose a sí mismo. Samuel había pronunciado el mensaje de coronación de Saúl aquí en Gilgal. Ahora se disponía a anunciar el rechazo de Saúl por Dios.
Saúl pensó que había ganado una gran victoria sobre los amalecitas, pero Dios lo vio todo como un gran fracaso. Saúl lo había desobedecido y luego había mentido a Samuel acerca de los resultados de la batalla. 
Se revela aquí una trágica debilidad de carácter en Saúl, quien primero afirma haber obedecido, luego culpa al pueblo, y de nuevo intenta justificarse a sí mismo y culpar al pueblo.
La actividad religiosa en sí misma no tiene valor. Este es el primero de los numerosos lugares en la Biblia donde se repite el tema “obedecer es mejor que los sacrificios”. 
Las ceremonias religiosas o los rituales son vacíos a menos que se lleven a cabo con una actitud de amor y obediencia. 
Samuel revela de parte de Dios que los pecados de Saúl son la rebelión y la obstinación, o sea, rechazar los mandamientos de Dios.
Las excusas de Saúl habían llegado al final. Era demasiado tarde para devolverle su reino. 
Saúl está preocupado con su imagen, y quería mantener a Samuel a su lado para aparecer bajo una apariencia favorable.
Saúl estaba más preocupado por el qué dirán que por el estado de sus relaciones con Dios. Le rogó a Samuel que lo acompañara a adorar como una demostración pública de que el profeta todavía lo apoyaba. Si Samuel le hubiera dicho que no, probablemente el pueblo hubiera perdido toda confianza en Saúl.
Samuel no iba a encontrarse con Saúl nunca más.
Aunque Saúl reinó cerca de 15 años más, fue depuesto por el Señor desde este momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario