UN MOMENTO CON DIOS
Nuestra ancla en tiempos
tormentosos.
“Esta esperanza mantiene firme y segura nuestra alma, igual que el ancla mantiene firme al barco”. (Hebreos 6. 19)
Todos experimentamos
tormentas. Ya sea que se trate de eventos meteorológicos, traumas emocionales o
crisis en nuestro entorno, todos nos enfrentamos a circunstancias sobre las
cuales tenemos poco control. Algunas tormentas terminan con rapidez, mientras
que otras parecen interminables. Algunas tempestades causan poco daño, pero
otras dejan una gran devastación a su paso.
¿De dónde vienen estas
tormentas?
A veces, las atraemos por las
decisiones que tomamos, pero en otras ocasiones son causadas por las acciones
de otra persona. Incluso puede ser que el diablo haya provocado algún problema
para distraernos o hacernos daño. Y hay momentos en que el trabajo de Dios en
nuestra vida requiere una tormenta para cumplir un propósito especial.
¿Por qué permite el Señor
tormentas en nuestra vida?
Las dificultades tienden a
hacer que nos enfoquemos en Dios. O bien comenzamos a cuestionarlo, o bien le
pedimos ayuda y fortaleza.
Quizás quiera nuestra atención
porque hay un pecado con el que tenemos que lidiar. O tal vez quiere que
abandonemos algo para rendirnos a Él.
Puede ser que desee
conformarnos a Su imagen: “A los que de antemano Dios había conocido,
los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el
primero entre muchos hermanos.” (Romanos 8. 29), o equiparnos para
servirle.
¿Cómo reaccionamos en medio de
las tormentas?
Cuando luchamos con Dios
porque no nos gustan las dificultades por las que estamos pasando, demostramos
falta de confianza en Él.
En vez de tener la seguridad
de que está trabajando para bendecirnos, podemos creer erróneamente que está
tratando de hacernos daño.
En esos momentos, conocer
la Biblia es crucial para el creyente.
La Palabra de Dios es ancla
inconmovible en las tormentas. Podemos confiar en ella porque, al igual
que Dios, ¡nunca cambia!
Dios les bendiga
abundantemente.
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