UN MOMENTO CON DIOS
La oración efectiva.
“Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho.” (Juan 15. 7)
No hay un cristiano que no
desee tener una vida de oración efectiva. Todos anhelamos ver al Señor
responder nuestras oraciones e intervenir en las preocupaciones y necesidades
que le presentemos, pero ¿estamos dispuestos a hacer lo que se requiera?
La promesa de Cristo está
ligada a dos prerrequisitos que encontramos en el versículo 7: “Si permanecéis
en mí”.
Permanecer significa
perseverar, morar o continuar, y de acuerdo con 1 Juan 3. 24, permanecer
en Cristo se caracteriza por guardar sus mandamientos.
Por consiguiente, si queremos
orar con efectividad, debemos comprometernos a obedecer a Dios.
Cualquier rebelión nos roba la
sabiduría que necesitamos para saber cómo orar y dificulta nuestra comunión con
el Padre, impidiendo que Él nos escuche y responda a nuestras peticiones.
“Y [si] mis palabras
permanecen en vosotros”.
Debemos preguntarnos: ¿La
Palabra de Dios permanece, habita y continúa en mí? ¿Me interesa más hablar con
Dios en oración, que escuchar lo que Él ha dicho en Su Palabra?
La Biblia es la base para la
oración efectiva. Cuando leemos y meditamos en la Palabra de Dios, ella nos
convence de pecado para que nos arrepintamos y seamos limpiados. Las Sagradas
Escrituras ajustan nuestro enfoque, de las prioridades terrenales a las
celestiales. También da forma a nuestros pensamientos para alinearlos con los
de Dios, para que sepamos cómo orar de acuerdo con Su voluntad.
No hay atajos para una vida de
oración fructífera. Debe ser cultivada por medio de un estilo de vida de
obediencia y dedicación a la Palabra, las cuales se cultivan durante toda la
vida, y glorifican a Dios al dar frutos duraderos.
Dios les bendiga abundantemente.
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