UN
MOMENTO CON DIOS
Amar a
Dios es obedecer sus mandamientos.
“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros”. (1 Juan 4. 9 – 11)
“Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus
mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”. (1 Juan 5. 3)
En una
paráfrasis de una frase bíblica dice “Los diez mandamientos de Dios es una
manifestación de Su amor por nosotros, y la obediencia de sus mandamientos es
una expresión de nuestro amor por él”
La
relevancia de los mandamientos de Dios para nuestra vida en este tiempo
postmoderno es de suma necesidad e importancia.
Nosotros
los hijos de Dios, estamos obligados a no solo conocerlos de memoria, sino de
obedecerlos sin reserva, pero también con disposición, alegría y entusiasmo.
El
obedecerlos es la mayor demostración de que verdaderamente amamos a Dios.
Cada
vez que hacemos algo malo, más de algún mandamiento estamos desobedeciendo, y
al hacerlo estamos demostrando deslealtad y falta de amor hacia Dios.
La
enseñanza de los diez mandamientos es tan necesaria, urgente y pertinente hoy
como lo fue en los días de Moisés.
La
enseñanza y la vivencia de estos mandamientos son la base para desarrollar
una estrecha y fresca relación con Dios, una sincera y
honesta relación con la familia y una transparente y efectiva relación
con los demás.
Es
importante que cada cristiano aprenda a amar a Dios de todo corazón, a amar de
todo corazón a la familia y amar de todo corazón a los demás, porque así
estaremos protegiendo la vida, la propiedad y la libertad.
En Juan
15.10, 12,17 dice: 10 “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis
en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco
en su amor”. 12 “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a
otros, como yo os he amado”. 17 “Esto os mando: Que os améis
unos a otros”.
Juan
14. 15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”; es el texto central
que resume el deseo de Dios con relación a los mandamientos en nuestro diario
vivir, que amemos a Dios con todo nuestro ser y que de la misma manera
aprendamos a amar al prójimo.
El
verdadero amor traspasa límites y barreras culturales, espirituales, sociales,
morales, religiosas, nacionales e internacionales. Es un amor hacia Dios,
hacia la familia, hacia el prójimo y hacia las cosas que agradan a Dios lo cual
edifica a la iglesia.
El
verdadero amor en el creyente se expresa en la medida que somos obedientes a
La
obediencia es la definición más corta y completa de la fe, pero es la
demostración más clara de nuestro amor a Dios.
Y como
lo enfatiza Moisés en el libro de Deuteronomio, el guardar los mandamientos de
Dios es el camino más corto para ser bendecidos.
Esforcémonos
por ser obedientes en todo, y con seguridad Dios cumplirá la promesa que le
hizo a Josué en el capítulo 1. “No te apartes ni a la izquierda ni a
la derecha, medita en ella siempre, y todo lo que hagas prosperará”.
Si tan
solo practicáramos hoy los dos grandes mandamientos que Jesús nos dejó, esta
sociedad en que vivimos sería totalmente diferente.
Dios
les bendiga abundantemente.
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