viernes, 1 de abril de 2022

Un momento... Llamados a dar paz

 


UN MOMENTO CON DIOS

Llamados a dar paz

 

”Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”. (Efesios 4. 31)

 

Vivimos en un mundo muy convulsionado donde la gente cada vez vive más nerviosa e irritada.  Pareciera que cada vez cuesta más encontrar un lugar tranquilo para habitar. 

Las peleas se originan en las calles entre los conductores de autos como consecuencia de un accidente; las discusiones entre la gente y el personal de un banco o negocio; las discusiones que se originan con los vecinos del barrio, en el trabajo, etc. Por todos lados vemos gritería, enojo, ira, maledicencia. 

Lo triste de todo esto es que cuando llegamos a nuestro hogar, pensando encontrar un lugar de refugio, nos damos cuenta que allí también se originan las mismas o peores fricciones.

El problema no radica en el peligro de las calles, en el trabajo o con los vecinos. El problema está en el interior del ser humano, y donde éste habite allí siempre habrá problemas.

Cuando el corazón del ser humano halla la paz de Cristo, sus palabras y acciones serán también de paz. No podemos pedirle a alguien que vive un infierno interior que sea una persona pacífica y amable.

Como cristianos, tenemos la posibilidad de ponerle freno a este sistema corrupto que el mundo ofrece con nuestras palabras y acciones de pureza y santidad. Si los cristianos no reaccionamos como cristianos ¿Quién puede hacerlo?

Hemos sido llamados a dar paz en medio de un mundo de contiendas, pues tenemos a Cristo en el corazón.

La misericordia de Dios  nos ha alcanzado, es cierto, no lo merecíamos ni lo mereceremos ¡pero Dios nos ha perdonado! ¿No es esto motivo suficiente de alegría?

Dejemos de vivir perdonando la vida de cualquiera que nos haga algo, todo lo contrario amémoslo como Dios nos ha amado a nosotros, con nuestras imperfecciones, contagiemos alegría, transmitamos amor, pero no nuestro amor, sino el amor que surge como fruto de tener al Espíritu Santo en nosotros, perdonemos al que nos hiere, no arraiguemos en nuestro corazón ira ni rencor, sino todo lo contrario, pasemos por alto el error, seamos agentes del reino que se dedican a amar al pecador, y que viven siguiendo los pasos que Jesús dejó marcados.

La única manera de extirpar este espíritu violento que sacude nuestro mundo, es viniendo a los pies de Cristo y poniendo de manifiesto el fruto del Espíritu Santo en nuestras palabras y acciones.

Dios les bendiga abundantemente.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario