UN MOMENTO CON DIOS
Hay dos caminos
"La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. Pero el camino de los malvados es como la oscuridad, y no saben en qué tropiezan." (Proverbios 4. 18, 19)
Se nos presentan aquí
en contraste, dos caminos. Uno de estos caminos es el recorrido por los justos.
Es descrito como la luz de un nuevo día, que va en aumento hasta brillar en
todo su esplendor, cuando el día alcanza su plenitud. Y luego existe otro camino
el de los malvados. En este camino hay una densa oscuridad.
El camino ancho es un
camino bastante amplio en el día de hoy. Ahí es donde se encuentra la multitud;
allí es donde encontramos gran cantidad de gente.
A lo largo de ese camino las multitudes
disfrutan de lo que podríamos llamar "una feria de vanidades", que se
parece bastante a la celebración de un carnaval; la palabra carnaval proviene
de la palabra carnal, que tiene que ver con nuestra naturaleza física.
En ese camino la gente
satisface a su naturaleza física, y por tal motivo se le considera una forma de
vivir en libertad. Hoy se enfatiza precisamente este aspecto. Que cada uno
puede vivir como le plazca. Y podemos decir que realmente se trata de un camino
amplio y ancho en su entrada.
Pero observemos que, al
avanzar, el camino ancho se va haciendo cada vez más estrecho, porque el camino
de los malvados es una senda oscura, envuelta en la oscuridad. Es cierto que en
la entrada al camino hay luces brillantes, pero adentrándose en la senda ya no
brillan las luces.
Las personas ni
siquiera se dan cuenta de con qué están tropezando. Este es el camino ancho que
el Señor Jesús describió. Se parece a un embudo. La senda se estrecha más y
más, hasta que acaba en la destrucción.
Ahora, en contraste, el
camino angosto comienza de otra forma. Es muy angosto en la entrada.
En Juan 14.6 el Señor
Jesucristo dijo: "Yo soy El Camino". El camino es tan estrecho que
está limitado a una persona, que es Cristo.
Nadie puede ir a Dios
el Padre, si no es por medio de Cristo. Nadie podría encontrar un camino más
angosto que éste.
El apóstol Pedro dijo,
según Hechos 4.12: 12: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro
nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.
Y en Juan 10.9, el
mismo Jesucristo dijo: “Yo soy la puerta: el que por mí entre será salvo;
entrará y saldrá, y hallará pastos”.
Así que la entrada es
angosta, pero después, al avanzar, el camino se va haciendo cada vez más ancho,
conduciendo a una vida abundante y a la luz misma del cielo.
Necesitamos entrar por
el extremo angosto de una especie de embudo, y ese extremo está identificado
como el Señor Jesucristo.
Esta es exactamente la
figura que encontramos en estos versículos de Proverbios.
Hay dos caminos. Está
la senda de los justos, y la senda de los malvados.
Dios les bendiga
abundantemente.
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