UN MOMENTO CON DIOS
Dios siempre está con
nosotros
“Aunque mi padre y mi
madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá”.
(Salmo 27. 10)
El espíritu de
rechazo es uno de los que más estragos causa dentro de los cristianos.
Muchos tratan de ocultarlo
o buscarle explicación a través de la psicología, tratando de solucionar con
terapias esos sentimientos negativos.
Si bien no son
negativos, suelen retrasar la definitiva libertad de aquellos que han
experimentado, esencialmente, el abandono o el desamparo de seres queridos.
Dios se preocupa mucho
más por nuestro bienestar que lo que nuestros propios padres harían.
El amor de Dios va más
allá del amor filial.
¿Cuántas veces nos dice
Dios en su Palabra No te Dejaré, siempre estaré contigo?
Innumerables veces Dios
nos muestra su amor a través de su presencia incondicional.
La depresión por el
rechazo, el abandono o el desamparo, son probables cuando no llegamos a confiar
en el Dios que decimos creer.
Una cosa es creer en Dios,
otra cosa es creerle a Dios y otra, muy diferente, es confiar en Dios.
“¿Se olvidará la mujer
de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque
olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos
te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros”. (Isaías 49. 15, 16)
¡Que maravillosas
palabras, verdaderamente no estamos solos, Dios está con nosotros!
En estos tiempos donde
las mujeres, creyendo defender sus derechos, esgrimen la legalización del
aborto porque dicen ser dueñas de su cuerpo y de poder hacer lo que quieren con
él. Vemos el cuidado de Dios, un padre bueno sobre sus hijos.
Si realmente creemos en
Dios y le creemos a Su palabra, ya hemos sido liberados de toda esa vieja
angustia causada por el abandono de nuestro padre, madre, marido, mujer, hijo o
hija. No necesitamos ningún tratamiento especial, necesitamos apenas, creerle a
Dios y confiar en Él cada día.
No necesitamos ir por
la vida agachando la cabeza, ni sintiendo rencor por los demás, necesitamos
saber el verdadero valor que tenemos para Dios y desarrollar todo lo que Él ha
puesto en cada uno de nosotros para que vivamos bien.
Cuando sintamos que
Dios nos ha abandonado, debemos preguntarnos si los que lo abandonamos u
olvidamos somos nosotros.
Dios les bendiga
abundantemente.
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