TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Pasó el tiempo, y un día
Caín llevó al Señor una ofrenda del producto de su cosecha. También Abel
llevó al Señor las primeras y mejores crías de sus ovejas. El Señor miró con
agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda, por
lo que Caín se enojó muchísimo y puso muy mala cara.
Entonces el Señor le dijo:
« ¿Por qué te enojas y pones tan mala cara? Si hicieras lo bueno, podrías
levantar la cara; pero como no lo haces, el pecado está esperando el momento de
dominarte. Sin embargo, tú puedes dominarlo a él”. Génesis 4. 3 – 7.
Al dar una ofrenda a Dios,
Caín buscaba quedar bien con Él. Tal vez esa era la intención original de
Caín, pero luego salió a luz dónde estaba su corazón.
Si Caín hubiera estado
interesado en agradar a Dios, hubiera cambiado sus frutas por ovejas, y se
las hubiera ofrecido al Señor. Pero evidentemente él estaba más
interesado en hacer lo que quería, que en agradar a Dios.
Aún así, Dios le dio la
oportunidad de recapacitar y arrepentirse.
En Su misericordia, Dios le
advirtió que el pecado estaba a la puerta, pero aún estaba a tiempo para cerrar
la puerta.
Si él quería realmente
agradar a Dios, debía poner sus ojos en el Señor, y no es sus propios deseos y
emociones.
Pero, en lugar de
arrepentirse, Caín le dio rienda suelta a sus emociones.
En lugar de cerrar la puerta
al pecado, como Dios le había advertido, la abrió por completo.
De nuevo, en Su
misericordia, Dios le dio a Caín la oportunidad de confesarse y
arrepentirse.
En lugar de arrepentirse y
humillarse ante el Señor, Caín se llenó de orgullo, y esa fue la causa de su
caída.
Todos fallamos. Aún
así, Dios está dispuesto a perdonarnos.
Pero para recibir Su gracia,
debemos ser humildes y arrepentirnos.
Dios les bendiga
abundantemente.
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