TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Sarai no podía darle hijos
a su esposo Abram, pero tenía una esclava egipcia que se llamaba
Agar. Entonces le dijo a Abram: Mira, el Señor no me ha permitido tener
hijos, pero te ruego que te unas a mi esclava Agar, pues tal vez tendré hijos
por medio de ella.
Abram aceptó lo que Sarai le dijo, y entonces ella tomó
a Agar la egipcia y se la dio como mujer a Abram, cuando ya hacía diez años que
estaban viviendo en Canaán. Abram se unió a Agar, la cual quedó
embarazada; pero cuando se dio cuenta de su estado comenzó a mirar a su señora
con desprecio”. Génesis 16. 1 – 4.
La verdad es que una de las
peores cosas que se pueden hacer cuando necesitamos hacer algo es hacerlo con
prisa, apurados, nunca nada hecho
corriendo salió bien, la prisa traen inexactitud, falta de perfección,
inconformidad.
Aunque tengamos un objetivo
y poco tiempo siempre saldrá mejor realizándolo pacientemente que de una manera
rápida y de cualquier manera.
Dios le había prometido a
Abram una descendencia como las estrellas del cielo incontables, creerle a Dios
hizo que Abram fuese justificado. En cambio Sarai vió ante esto solo su
imposibilidad humana.
De esta corta pero intensa
conversación hay cosas que hoy podemos aprender.
¡Qué diferente es el mundo y
la mente de Dios de la nuestra! Los planes de Dios se hacen en una olla, a
fuego lento, poco a poco, en cambio a nosotros nos gusta las cosas hechas
rápidas, al microondas, 30 segundos y el plato preparado. Dios le iba a dar lo
que había prometido a Abram y a Sarai, pero ellos decidieron meterse en el
microondas y hacerlo todo de manera rápida.
Dios no necesita ayuda para
cumplir sus planes. Sí, a nosotros nos gustan las cosas rápidas y a Dios
lentas, cuando tardan un poco más de la cuenta, nuestra idea es la de ayudar a
Dios a cumplir sus planes.
Sarai planificó como hacer
que Dios cumpliese lo prometido a Abram y en parte lo consiguió, pero se
equivocó. Dios no necesitaba la ayuda de ninguna otra persona para dar
descendencia a Abram y a Sarai, todo estaba preparado. Dios no necesita de
nuestra ayuda para cumplir sus planes, únicamente tenemos que ser pacientes y
constantes para ser parte de ellos.
Los únicos consejos buenos
vienen de Dios. Nunca deberíamos desechar un consejo de nadie, pero sí que
debiéramos compararlos con los consejos de Dios, con la Biblia. El consejo de
una persona que sea contrario a la Biblia debe ser desechado de inmediato. Esto
mismo debió haber hecho Abram. Dios le había prometido algo, el consejo de
Sarai era contrario a la promesa de Dios y esto les llevó al fracaso.
El resultado de seguir el
consejo de Sarai no fue bueno, ni para Abram, ni para Sarai, ni para la sierva,
ni para el bebé.
¡Qué equivocados estamos
cuando hacemos nuestros planes! Hacer las cosas de manera humana acaba hiriendo
a nosotros y a los que nos rodean.
La voluntad de Dios en
ocasiones está oculta y otras descubierta, pero sea como sea, sabemos que su
voluntad siempre se cumple, que Dios dice y sucede, nuestra misión ante esto no
es otra que confiar, esperar a que se cumpla, y no intentar ayudar a Dios, sino
dejar que Él sea nuestra ayuda y nuestro socorro.
Dios les bendiga
abundantemente.
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