miércoles, 13 de noviembre de 2019

Tiempo... Génesis 16. 1 - 4



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Sarai no podía darle hijos a su esposo Abram, pero tenía una esclava egipcia que se llamaba Agar. Entonces le dijo a Abram: Mira, el Señor no me ha permitido tener hijos, pero te ruego que te unas a mi esclava Agar, pues tal vez tendré hijos por medio de ella.
Abram aceptó lo que Sarai le dijo, y entonces ella tomó a Agar la egipcia y se la dio como mujer a Abram, cuando ya hacía diez años que estaban viviendo en Canaán. Abram se unió a Agar, la cual quedó embarazada; pero cuando se dio cuenta de su estado comenzó a mirar a su señora con desprecio”.  Génesis 16. 1 – 4.

La verdad es que una de las peores cosas que se pueden hacer cuando necesitamos hacer algo es hacerlo con prisa, apurados,  nunca nada hecho corriendo salió bien, la prisa traen inexactitud, falta de perfección, inconformidad.
Aunque tengamos un objetivo y poco tiempo siempre saldrá mejor realizándolo pacientemente que de una manera rápida y de cualquier manera.
Dios le había prometido a Abram una descendencia como las estrellas del cielo incontables, creerle a Dios hizo que Abram fuese justificado. En cambio Sarai vió ante esto solo su imposibilidad humana.
De esta corta pero intensa conversación hay cosas que hoy podemos aprender.
¡Qué diferente es el mundo y la mente de Dios de la nuestra! Los planes de Dios se hacen en una olla, a fuego lento, poco a poco, en cambio a nosotros nos gusta las cosas hechas rápidas, al microondas, 30 segundos y el plato preparado. Dios le iba a dar lo que había prometido a Abram y a Sarai, pero ellos decidieron meterse en el microondas y hacerlo todo de manera rápida.
Dios no necesita ayuda para cumplir sus planes. Sí, a nosotros nos gustan las cosas rápidas y a Dios lentas, cuando tardan un poco más de la cuenta, nuestra idea es la de ayudar a Dios a cumplir sus planes.
Sarai planificó como hacer que Dios cumpliese lo prometido a Abram y en parte lo consiguió, pero se equivocó. Dios no necesitaba la ayuda de ninguna otra persona para dar descendencia a Abram y a Sarai, todo estaba preparado. Dios no necesita de nuestra ayuda para cumplir sus planes, únicamente tenemos que ser pacientes y constantes para ser parte de ellos.
Los únicos consejos buenos vienen de Dios. Nunca deberíamos desechar un consejo de nadie, pero sí que debiéramos compararlos con los consejos de Dios, con la Biblia. El consejo de una persona que sea contrario a la Biblia debe ser desechado de inmediato. Esto mismo debió haber hecho Abram. Dios le había prometido algo, el consejo de Sarai era contrario a la promesa de Dios y esto les llevó al fracaso.
El resultado de seguir el consejo de Sarai no fue bueno, ni para Abram, ni para Sarai, ni para la sierva, ni para el bebé. 
¡Qué equivocados estamos cuando hacemos nuestros planes! Hacer las cosas de manera humana acaba hiriendo a nosotros y a los que nos rodean.
La voluntad de Dios en ocasiones está oculta y otras descubierta, pero sea como sea, sabemos que su voluntad siempre se cumple, que Dios dice y sucede, nuestra misión ante esto no es otra que confiar, esperar a que se cumpla, y no intentar ayudar a Dios, sino dejar que Él sea nuestra ayuda y nuestro socorro.
Dios les bendiga abundantemente.

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