lunes, 11 de noviembre de 2019

Tiempo... Génesis 14. 14 - 16



TIEMPO DE REFLEXIÓN

 “Cuando Abram supo que su sobrino estaba prisionero, juntó a los criados de confianza que habían nacido en su casa, que eran trescientos dieciocho hombres en total, y salió con ellos a perseguir a los reyes hasta el pueblo de Dan.
  Por la noche, Abram y su gente atacaron por sorpresa a los reyes y los persiguieron hasta Hobá, que está al norte de la ciudad de Damasco,  y les quitaron todo lo que se habían llevado. Así Abram libertó a su sobrino Lot, y recobró todo lo que era de su sobrino. También libertó a las mujeres y demás gente”.  Génesis 14. 14 – 16.

Es increíble lo que puede llegar a hacer el amor por un ser querido que es herido. El corazón de Abram se debió doler mucho al enterarse de la noticia y rápidamente, sin pensarlo montó un ejército con el único objetivo de salvar a su querido sobrino.
Cada uno de nosotros habíamos sido atrapados por el enemigo, un enemigo que se llama pecado, que nos controlaba, que nos esclavizaba, que nos había quitado la libertad, un ejército de maldad que nos había privado de todos nuestros derechos tanto en nuestra vida, como en la eternidad.
Abram nos sirve de ejemplo para ver a Dios a través de él, Abram fue con un ejército completo a rescatar a su sobrino, en cambio Dios, no mandó un ejército, envió a su Hijo, que no había hecho  nada para merecerlo “el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2. 8).
Un solo hombre para rescatar a todos aquellos que crean en Él y le reconozcan como Dios y creador de todo lo que existe y demuestren que creen pidiendo perdón por sus pecados.
Todos tenemos un destino que es la muerte eterna, pero solo tomar la mano de Jesús y arrepentirnos de todas nuestras ofensas puede hacer que tengamos vida eterna y seamos salvados de la condenación eterna, del infierno.
¡Qué afortunados somos de haber sido rescatados por Cristo! Pero si nunca hemos pedido perdón a Dios, este es el momento para hacerlo, mañana quizá sea demasiado tarde.
Reconoce a Jesús como Dios, pídele perdón por todo lo malo que has hecho y serás rescatado de la esclavitud que el pecado nos produce.
Dios les bendiga abundantemente.

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