TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Luego salió de donde estaba
el cadáver de Sara y fue a decirles a los hititas de aquel lugar: Aunque soy un
extranjero entre ustedes, véndanme un sepulcro para enterrar a mi
esposa.
Y los hititas le contestaron: ¡Por favor, señor, escúchenos! Usted
es entre nosotros un escogido de Dios. Entierre a su esposa en el mejor de
nuestros sepulcros, pues ninguno de nosotros le negará su sepulcro para eso”. Génesis 23. 3 – 6
Seguro que en alguna ocasión
has escuchado la conocida frase de “tus hechos hablan tan fuerte que no me
dejan escuchar tus palabras” y más seguro todavía es que conocemos personas que
les podemos aplicar esta característica. Son personas que se les llena la boca
de lo que creen, de lo que piensan, de cómo son, pero en cambio sus palabras y
sus hechos demuestran todo lo contrario a lo que ellos pronuncian.
Génesis 23 nos muestra la
muerte de Sara, y la necesidad de Abraham de buscar un lugar apropiado donde
enterrar a su esposa. Siendo peregrino contactó con los dueños de la tierra y
solicitó que le vendan algún sepulcro donde depositar el cuerpo de su
mujer. "Y los hijos de Het respondieron a Abraham, diciendo: Óyenos
señor nuestro: eres un príncipe entre nosotros; sepulta a tu difunta en el
mejor de nuestros sepulcros, pues ninguno de nosotros te negará su sepulcro
para que sepultes a tu difunta.” ¡Qué buen testimonio había dado en su
vida Abraham y Sara!
Al igual que Abraham y Sara
nosotros también somos peregrinos en esta tierra, de paso, hemos nacido en un
país, pero el día que conocimos a Jesús recibimos una nueva nacionalidad y un
nuevo destino. Nuestro propósito no es estar ni lograr nada en esta tierra,
nuestra ciudanía verdadera es la de los cielos y camino a ella vamos, a estar
con nuestro Rey y Señor, es decir, Jesucristo.
Pero, ¿qué podemos hacer
mientras llegamos a nuestro destino? Al igual que Abraham debemos ser buenos
embajadores de nuestra nacionalidad. La imagen que da un embajador en el
extranjero, es la imagen de su país de origen. Abraham se había ganado y se
hizo alguien importante por su manera de ser, de actuar, hasta el punto que
aquellos que vivían con él estaban dispuestos a darle lo que necesitaran.
Es cierto que en esta vida
no estamos para ser famosos, pero ser un buen embajador del reino de los cielos
produce fama. Hacer las cosas como Jesús las hizo hace que se hable de
nosotros. Hacer el bien a los enemigos produce que la gente nos mire diferente.
Es nuestra responsabilidad amar y hacer el bien a todos los que nos rodean,
pero solo aquellos que han experimentado el ser amado por Dios sin merecerlo,
solo estos, serán capaces de amar a los demás cuando menos se lo merezcan.
Dios les bendiga
abundantemente.
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