TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Ésta es la alianza que hago
contigo: Tú serás el padre de muchas naciones, y ya no vas a llamarte
Abram. Desde ahora te llamarás Abraham, porque te voy a hacer padre de muchas
naciones.
Haré que tus descendientes sean muy numerosos; de ti saldrán
reyes y naciones. La alianza que hago contigo, y que haré con todos tus
descendientes en el futuro, es que yo seré siempre tu Dios y el Dios de ellos”. Génesis 17. 4 – 7.
Lo del nombre de las
personas es algo realmente curioso. Cada país tiene sus normas en cuanto a los
nombres que se pueden poner o no, y si esto puede parecer curioso, la elección
de un nombre para un hijo lo es más aún.
Los padres de Abram le pusieron un nombre, en aquella época sí que importaba el significado del nombre, y por el nombre podíamos saber mucho del carácter y de la naturaleza de la persona. Dios le dijo a Abram: “Y no serás llamado más Abram; sino que tu nombre será Abraham, porque yo te haré padre de multitud de naciones.” Abraham pasó a llamarse padre de multitudes.
Los padres de Abram le pusieron un nombre, en aquella época sí que importaba el significado del nombre, y por el nombre podíamos saber mucho del carácter y de la naturaleza de la persona. Dios le dijo a Abram: “Y no serás llamado más Abram; sino que tu nombre será Abraham, porque yo te haré padre de multitud de naciones.” Abraham pasó a llamarse padre de multitudes.
¿Dios nos cambia de nombre
cuando nos encontramos con Él?
Sin ninguna duda sí. No se
produce ningún cambio en nuestro registro civil, pero en el registro del reino
de los cielos ya no somos llamados criaturas de Dios, ahora somos llamados
Hijos de Dios.
¡Qué gran privilegio! Pero
esto tiene algunos derechos y obligaciones.
Cuando creemos en Cristo y
nacemos de nuevo (este es el mayor milagro) recibimos el derecho a vivir
eternamente en la presencia de Dios, ya no moriremos, sino que la muerte física
será el principio de la vida eterna. “El que cree en el Hijo tiene la vida
eterna”.
Ser llamado Hijo de Dios nos
permite ser parte de su heredad y recibir la herencia. “Y si hijos,
también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad
padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él”.
Conforme vamos creciendo,
cada vez nos parecemos más y más a nuestros Padres, la genética va
haciendo su trabajo y cada vez somos más como aquellos que nos crearon. Tenemos
la obligación de imitar a Dios, imitar, su santidad, su perfección, su amor y
su fidelidad, para que lleguemos a la perfección de ser como Cristo Jesús.
No hay mejor hijo que el que
da buena imagen y tiene un comportamiento ejemplar, este hace que su padre
quede en buen lugar. Esto es misión nuestra, ser buenos embajadores del reino
de los cielos en esta tierra.
Nuestro cambio de nombre,
conlleva algo más que un nombre distinto, conlleva un cambio de identidad,
ninguno de nosotros si naciésemos de nuevo cometeríamos los mismos errores,
igualmente, nacer de nuevo espiritualmente debe llevarnos a un cambio total en
nuestras vidas, sabiendo que tendremos una recompensa cuando Cristo venga a
buscarnos, pero antes cumpliendo las obligaciones que tenemos en nuestra vida.
¡Qué nuestro Padre nos ayude
a ser buenos embajadores hoy allí donde estemos!
Dios les bendiga
abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario