lunes, 4 de noviembre de 2019

Tiempo... Génesis 7. 1



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Después el Señor le dijo a Noé: «Entre toda la gente de este tiempo, sólo tú vives de acuerdo con mi voluntad. Por lo tanto, entra en la barca junto con tu familia”.  Génesis 7. 1


El arca representa la salvación para todos los hombres. La puerta es la puerta de gracia. Llegará un momento cuando la puerta de gracia será cerrada por Dios. Su gracia tiene un límite para el pecador. Si el pecador no se arrepiente a tiempo, Dios, el Misericordioso, tendrá que cerrar la puerta de gracia para dejar lugar al juicio condenatorio.
El arca era la salvación de Noé y la condena para el mundo. No existen segundas oportunidades para los que se quedan al margen y no reciben a Jesús como la puerta.
Juan 10. 9 -10: “Yo soy la puerta: el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
El diluvio no fue un desastre natural, sino el justo castigo de Dios. Aunque se dio advertencia, casi todo el mundo la pasó por alto.
¿Por qué? Jesús así lo explicó: “En aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos” (Mateo 24.38, 39).
En este relato de la Biblia, podemos encontrar  lecciones para nuestra vida espiritual. Vemos el rechazo de Dios por el pecado.
A Dios no le “dolió en su corazón” el hecho de que destruiría la tierra, Él tiene el poder para reorganizar los elementos terrestres nuevamente; su dolor vino como consecuencia de la profundidad del mal que había en el corazón de sus criaturas descarriadas. Esto le rompía el corazón a Dios. Pero el amor y la justicia de Dios encontraron una forma efectiva de frenar el mal desenfrenado en la humanidad.
El amor a veces tiene que disciplinar. Y esta fue una de esas tristes ocasiones. Pero en la preservación de Noé y su familia así como en el carácter justo de este siervo de Dios en medio de aquella generación perversa.
El pecado no es la única alternativa. Una vida justa puede existir aun en medio de la más profunda degeneración humana.
Seamos,  como Noé, un “pregonero de justicia” de Dios (2 Pedro 2.5).
Dios les bendiga abundantemente.

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