TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Ésta es la lista de los
descendientes de Adán. Cuando Dios creó al hombre, lo hizo semejante a
él; los creó varón y mujer, y les dio su bendición. El día en que fueron
creados, Dios dijo: Se llamarán hombres”.
Génesis 5. 1 – 2
Esta genealogía tiene
grandes lecciones para nosotros. La humanidad es una sola familia. Ha
crecido tanto que lo hemos olvidado.
Cuando vemos que el odio se
esparce ante diferentes razas o etnias, he invade los corazones de los hombres,
nunca debemos olvidar que venimos todos de Adán, todos en la tierra somos
hermanos.
Nos recuerda que no se
trata de nosotros, sino de Dios y su relación con el hombre.
No somos eternos, nuestra
única garantía de eternidad está en Dios, aquí en la tierra sólo podemos perpetuar
nuestro legado enseñando bien a nuestros hijos, para que amen a Dios, y sean su
imagen.
Somos especiales y únicos,
si a Dios no le importáramos como individuos, no se tomaría el trabajo de detallar
las genealogías. No debemos olvidar lo valioso que somos, que nos conoce por
nombre, que tenemos un rasgo de su imagen infinita en nosotros.
Dios cumple y respalda su
promesa de salvación, Dios guía la vida hacia nuestra oportunidad de salvación
en Jesús.
Dios recuerda la historia,
de dónde venimos. Dios es Dios de familias, de generaciones. Eso nos recuerda
la Promesa que hizo a la descendencia de Eva. Dios sostiene a las familias de generación en
generación. Dios de pactos. Fiel con los que hacen su voluntad. Dueño de la
vida, quien concede hijos. Padre de Todos.
¿Cuál es la Buena
Noticia? Dios no quiere que olvidemos que Él cumple de su promesa de
libertad para la humanidad a través de las generaciones.
Somos importantes para Dios
como individuos, Él no nos mira como uno del montón, nos conoce por nombre.
¡Somos centro del amor de
Dios!
Dios les bendiga
abundantemente.
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