UN MOMENTO CON DIOS
La fe en Dios la mejor
herencia
“Al recordarte de día y de noche en mis oraciones, siempre doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados. Y al acordarme de tus lágrimas, anhelo verte para llenarme de alegría. Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido. Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1. 3 – 7)
La
palabra "heredar" puede hacernos pensar en bienes y dinero,
o incluso en rasgos genéticos y de personalidad. Pero la Biblia habla
de algo más que puede transmitirse a la próxima generación; es lo más precioso
que tenemos: nuestra fe.
Pablo le escribe a Timoteo
acerca de la fe que merece ser transmitida, es decir, la fe basada en la verdad
de La Palabra de Dios.
Es la convicción de que Dios
es quien dice ser, y que hará todo lo que dice que hará. Le dice que la fe
sincera de Timoteo no surgió de la nada, sino que era evidente en su historia
familiar.
Hay muchas maneras de
transmitir una rica herencia de fe a la futura generación:
1. Compartiendo los preceptos
de la Biblia. A los niños se les debe enseñar la actitud correcta en
cuanto al dinero (Salmos 24. 1), cómo suplir las necesidades (Filipenses 4. 19),
y hallar dirección para la vida (Proverbios 3. 5, 6)
2. Siendo modelos de un estilo
de vida. La manera como vivimos, con transparencia, paz, perseverancia, o con
temores, dudas y frustraciones, nos envía un mensaje muy claro en cuanto a si
se puede confiar en Dios.
3. Sirviendo a Dios con
el servicio a los demás. Si ponemos en práctica nuestra fe, mostramos que es
real (Santiago 2.26)
4. Orando y alabando. Los
hijos no olvidarán las veces que nos escucharon mencionar sus nombres en
oración, y cuando los elogiamos por confiar en el Señor, serán motivados a
hacerlo otra vez.
Los padres debemos transmitir
nuestra fe de manera intencional a nuestros hijos. Y aun quienes no tengan,
gozan de la oportunidad de dejar esta herencia divina a la siguiente generación
de creyentes.
Pablo formó a nuevos
cristianos, como lo haría un padre con sus hijos, y nos exhorta a imitarlo (1
Corintios 4. 14 - 16)
Dios les bendiga
abundantemente.
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