martes, 21 de noviembre de 2023

Un momento... Dios quiere lo mejor para nosotros

 


UN MOMENTO CON DIOS

Dios quiere lo mejor para nosotros

 

 “Si tú, Señor, tomaras en cuenta los pecados, ¿quién, Señor, ¿sería declarado inocente? Pero en ti se halla perdón, y por eso debes ser temido.” (Salmo 130. 3 – 4)

 

Hay muchas razones por las cuales no nos gusta reconocer que hemos fallado y que debemos cambiar de actitud o cuando menos ofrecer disculpas por el error cometido.

Así como nos sucede en nuestra relación con otros también nos ocurre con Dios. A Él le hemos fallado prácticamente en todo lo que hemos hecho, dicho, pensado o dejado de hacer. Es nuestra naturaleza desobedecer y aún más cuando se refiere a los mandamientos que Dios nos ha establecido.

No sigamos haciéndonos “los distraídos” y reconozcamos si hemos faltado gravemente a lo que Dios nos ha ordenado.

Mientras mantengamos una actitud de negación de nuestra culpabilidad continuaremos inmersos en graves problemas porque nuestra conducta no es la correcta y porque lo que estamos haciendo no le agrada a Dios.

¿Qué nos cuesta poner de lado, remover, nuestro orgullo y humillarnos a reconocer que no siempre tenemos la razón y que haber desobedecido a Dios es lo peor que podíamos haber hecho?

Hay una pista que puede ayudarnos a cambiar de actitud. Se llama “temor de Dios.” Cuando hablamos de temor de Dios no estamos haciendo referencia a la emoción llamada miedo. En este caso, temor se refiere al respeto que se le tiene a la autoridad y a la obediencia que resulta de ese respetuoso actuar.

Lo mínimo que Dios exige de nosotros es obediencia. Ésta es la clave del temor de Dios. El temor de Dios no es vivir constantemente aterrorizado y a la espera de que en cualquier momento Dios nos va a castigar con la más horrible de las penas que a Él se le pueda ocurrir. El temor de Dios es simplemente la obediencia que Él se merece como Creador que es de nosotros, es un temor reverente.

Reconozcamos nuestras faltas y con la ayuda de Dios y Su perdón cambiemos de rumbo. Su misericordia es grande y nueva cada mañana.

No desperdiciemos esta oportunidad de arreglar las cuentas con nuestro Creador.

Incluyamos a Dios en todos nuestros planes, démosle el lugar que Le corresponde en nuestra vida. Leamos Su palabra todos los días y siempre escuchemos atentamente las instrucciones que ÉL nos dé. Obedezcámosle en todos nuestros caminos y veremos como la bendición celestial será nuestra perenne compañera. El Señor quiere lo mejor para cada uno de nosotros.

Dios les bendiga abundantemente.

 

 

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