UN MOMENTO CON DIOS
Guiados a cada paso del camino
“Aún allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra”. (Salmo 139. 10)
Un programa de televisión,
presentó un entrenamiento de esquiadores ciegos para una prueba de bajada de la
montaña en la nieve.
Formando pares con esquiadores
videntes, recibían instrucciones en terreno plano, sobre como vencer
obstáculos. Cuando ellos aprendían perfectamente a moverse en zigzag, eran
llevados para el alto de la montaña y empezaban a bajar en sus esquíes, con los
esquiadores videntes al lado, gritando: "¡Izquierda…! ¡Derecha…!”.
Mientras obedecían a los
comandos, pudieron hacer todo el trayecto y cruzar la meta, dependiendo apenas
de la palabra de los esquiadores videntes. Era confianza plena o catástrofe.
¡Qué retrato vívido de la vida
cristiana! En este mundo, nosotros vivimos, en verdad, como ciegos que no
tienen certeza de la dirección que deben seguir. Necesitamos aprender el camino
que nos llevará al destino deseado.
Podemos confiar apenas en las
enseñanzas de Aquel que divisa correctamente el camino, pues, ÉL es el propio
Camino. Dios todo ve y conoce el curso que debemos seguir.
ÉL no sólo camina a nuestro
lado, sino que dirige los pasos para que no nos desviemos de la ruta. Sea en
terreno plano, o en terrenos accidentados, o en subidas y bajadas, en el calor
o en el frío, en el agua o en la nieve, etc., etc., Dios nunca sale de nuestro
lado y, con ÉL, la posibilidad de una catástrofe es nula.
Muchas veces, mientras
aprendemos a seguir el camino del Señor, sufrimos pequeñas caídas, algunas
desilusiones, instantes de frustración, pero, en todos esos momentos, sabemos
que nos levantaremos, que regresaremos a nuestro trayecto y sobrepasaremos a la
meta de nuestras bendiciones.
Cuando entregamos la vida al Señor,
podemos participar de cualquier prueba en este mundo, por más difícil que
sea. Su mano nos guiará siempre, Su protección será total y, al final, seremos
como siempre “¡más que vencedores!”
Dios les bendiga
abundantemente.
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