domingo, 1 de diciembre de 2019

Tiempo... Génesis 34. 24 - 29



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Todos los hombres de la ciudad que estaban en edad militar estuvieron de acuerdo con Hamor y con su hijo Siquem, y fueron circuncidados. Pero Simeón y Leví, hijos de Jacob y hermanos de Dina, fueron a la ciudad al tercer día, cuando los hombres todavía tenían los dolores de la circuncisión, y espada en mano los mataron a todos, pues no encontraron resistencia.
 A filo de espada mataron a Hamor y a su hijo Siquem; luego sacaron a Dina de la casa de Siquem y se fueron. Llegaron también los otros hijos de Jacob, y pasando sobre los muertos saquearon el pueblo para vengar la deshonra de su hermana. Se llevaron ovejas, vacas, asnos y todo lo que había en la ciudad y en el campo; robaron todo lo que había en las casas, y se llevaron prisioneros a todos los niños y mujeres”. 
Génesis 34. 24 – 29.

La venganza a lo largo de toda la historia ha traído como consecuencia desde amigos que por traición han roto su relación hasta países enfrentados por conflictos de muchos años atrás, pasando por familias rotas o enfrentamientos raciales o religiosos
Génesis 34 nos narra una historia complicada, Dina la hija de Jacob fue de paseo y en esta salida fue violada por Siquem, un cananeo. Esto llevó a que los hermanos de Dina pactaran con la familia de Siquem aunque detrás de todo esto había un plan de venganza, tras lograr que estos los hombre cananeos se circuncidaran “sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida y mataron a todo varón.” 
 Mientras que para los cananeos, para Siquem, una violación  no era nada mal visto, para Jacob y su familia era una fuerte afrenta y merecía ser castigado justamente con la muerte. Así lo marcaba la ley natural de aquella época.  
Una violación, es de los peores delitos, pero la venganza desproporcionada también lo es. Los hijos de Jacob estaban en su derecho pero se excedieron, no solo se vengaron sino que además tomaron botín de la ciudad, esto no entraba dentro de lo que en aquel tiempo por derecho le pertenecía.
Hay tanta gente que nos ha herido y hecho daño, tantas heridas que hemos recibido, pero no vivimos en el tiempo del “ojo por ojo y diente por diente”  como los hijos de Jacob, sino que Jesús nos instó a “amar a nuestros enemigos”. 
Podemos pensar que nuestra venganza es  nuestro derecho, pero no debemos olvidar que el pecado de los demás no nos justifica a nosotros. Dios es el juez justo “por tanto, no juzguéis antes de tiempo, sino esperad hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios”. 
El mal que hemos recibido de otros no nos da vía libre para pecar, recordemos que damos cuentas a Dios y no a los hombres, que vivimos para su gloria y no para nuestra satisfacción y nunca olvidemos “amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. Esta es nuestra esperanza que el único juez justo vengará nuestras afrentas.
Dios les bendiga abundantemente.

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