TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Al tercer día era el
cumpleaños del faraón, y él hizo una gran fiesta para todos sus funcionarios.
Delante de sus invitados, el faraón mandó sacar de la cárcel al jefe de los
coperos y al jefe de los panaderos.
Al copero lo puso de nuevo en su
trabajo, y él volvió a darle la copa al faraón, como antes; pero al
panadero lo mandó ahorcar, tal como José lo había interpretado. Sin
embargo, el copero no volvió a acordarse de José”. Génesis 40. 20 – 23
José no había nacido para
ser un invisible, pero en la carrera de su vida tenía que pasar por invisible.
Él había sido el más popular de sus hermanos, el más amado de su padre, el que
Dios pondría por encima de toda su familia. Aun cuando le vendieron como
esclavo se destacó en la casa de Potifar, aunque algo salió mal; pero aún en la
cárcel siguió siendo popular, halló gracia ante el jefe de la cárcel y tuvo la
oportunidad de interpretar un sueño a dos de los siervos de faraón, entonces
José se volvió en un invisible.
"Más el jefe de los coperos
no se acordó de José, sino que se olvidó de él." José ya no era
popular, había caído en el olvido.
Todo esto de ser popular no
solo sucede en los colegios, sucede en el trabajo, en los grupos de amigos y
por supuesto en las iglesias, tanto a nivel espiritual, en el que los líderes
son aquellos que son vistos, otros no hacen nada, y los invisibles trabajan a
la sombra y muchas veces son los que más trabajan.
No tenemos en cuenta que la
mayoría de las cosas no se realizarían sin esos invisibles. Moisés no habría
llegado a Faraón sin Aarón, siempre ha habido personas invisibles, Dios habla
de ellos, los invisibles son aquellos a los que cumplen las palabras de
Jesús “Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a
tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará en público.”
Los invisibles de la iglesia
son aquellos que limpian y nadie les ve, los que ordenan los bancos, los que
preparan la santa cena, son aquellos que siempre están diez minutos antes de
cada reunión, son los que pasan tiempo a solas de rodillas y sostienen a la
iglesia con sus oraciones, son las personas de perfil bajo pero con una
relación con Dios genuina, son las rodillas que tantas veces aguantan el peso
de la iglesia, son el motivo del éxito de los que ministran gracias a sus
oraciones.
Quizá nos sintamos un
invisible, alguien poco valorado, alguien que trabaja en secreto, quizá incluso
los hombres no nos recuerden, pero Dios que lo ve todo se agrada en aquellos
que hacen su voluntad, para Dios no hay invisibles, y aunque es cierto que la
motivación de hacer las cosas no es más que glorificar a Dios, el invisible es
fiel a Dios y Dios verdaderamente lo recompensará.
Dios les bendiga
abundantemente.
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