TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Simeón
y Leví son hermanos; sus armas son instrumentos de violencia.
¡Jamás quiero estar presente en el lugar de sus reuniones! Pues cuando estaban enojados mataron gentes, y por puro capricho les rompieron las patas a los toros.
¡Maldito, sí, maldito sea su enojo tan salvaje! ¡Yo los dispersaré por
completo en todo el pueblo de Israel!” Génesis 49. 5 - 7¡Jamás quiero estar presente en el lugar de sus reuniones! Pues cuando estaban enojados mataron gentes, y por puro capricho les rompieron las patas a los toros.
Para
que un país prospere debe funcionar bien la justicia, la justicia debe
funcionar gobierne quien gobierne. Eso nos hace vivir más seguros sabiendo que
si alguien comete un delito va a pagar por ello según la ley.
Pero
que no funcione bien no nos da derecho a tomar la justicia en nuestras manos.
Simeón
y Leví tomaron la justicia en sus propias manos. Se vengaron de la
violación de su hermana Dina matando al hombre culpable, junto con todos los
hombres de ese pueblo. Dejaron vivos sólo a las mujeres e hijos, y aun a
ellos los tomaron como esclavos, y como botín todo su ganado y sus pertenencias
(Génesis 34).
Lo
que hicieron ellos no fue justicia sino venganza, lo cual trajo más injusticia.
Con ese acto impetuoso, ellos deshonraron a su padre, haciéndolo quedar mal, ya
que él había llegado a un arreglo con ese pueblo. Pero los hijos violaron
el pacto.
A
pesar de la amonestación de Jacob, ellos no se arrepintieron; más bien, se
justificaron. Ellos siguieron cargando con su error por el resto de sus
vidas.
Por
la falta de arrepentimiento, las consecuencias afectaron a sus descendientes.
Vengarnos,
aun cuando la persona se lo merezca, no está bien nos daña a nosotros también y
siempre traerá consecuencias a nuestras vidas.
Muchas
veces la justicia de los hombres falla pero debemos confiar en la justicia de
Dios que es perfecta.
Queridos
hermanos, no tomen venganza ustedes mismos, sino dejen que Dios sea quien
castigue; porque la Escritura dice: «A mí me corresponde hacer justicia; yo
pagaré, dice el Señor.» Romanos 12. 19
Dios
les bendiga abundantemente.
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