TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Un día, Jacob dio esta
orden a sus hijos: «Ya me falta poco para morir. Entiérrenme junto a mis
antepasados en la cueva que está en el terreno de Efrón el hitita, allá en
la tierra de Canaán; es decir, la cueva que está en Macpelá, frente a Mamré, la
que Abraham compró junto con el mismo terreno de Efrón, para que fuera el
sepulcro de la familia.
Allí enterraron a Abraham y a su esposa Sara, a
Isaac y a su esposa Rebeca, y allí también enterré a Lía. El terreno y la
cueva que allí está fueron comprados a los hititas.» Cuando Jacob terminó
de dar estas instrucciones a sus hijos, volvió a acostarse y murió”. Génesis 49. 29 – 33.
La muerte de una persona
mostrará la influencia que ha ejercido en otras durante toda su vida; que
distinto es ver un entierro repleto de personas a otro en el cual simplemente
hay una pequeña parte de la familia.
Esto no implica directamente
que una persona haya sido mejor que otra, o que fuese mejor persona, pero sí
que muestra la influencia que ha tenido de una manera ya sea directa o
indirecta por medio de sus hijos en los demás.
Qué triste es ver una
persona que fallece y en sus últimas horas nadie ha estado alrededor de su cama
acompañándole, cuantas personas mayores fallecen en residencias olvidadas por
todos sus familiares.
Como a todos a Jacob también
le llegó el momento de su partida, el momento de dejar atrás la vida en esta
tierra para empezar la vida en la eternidad. Sabiendo él que su momento
llegaba, decide hacer su último acto de influencia en sus hijos. Jacob,
por última vez fue influencia para sus hijos, y tras esto falleció, llegó su
fin. Un gran hombre el cual llegó a pelear con Dios y el cual fue el
cumplimiento de la promesa a su abuelo Abraham. Alguien que influenció
muchísimo a aquellos que le rodeaban.
La muerte es uno de los
pasos que hay que dar y que más miedo causan en las personas. Nadie se siente
cómodo hablando de la muerte, no fuimos creados para morir y esto causa congoja
en nuestro interior, pero la muerte trae algo increíble para quienes somos
hijos de Dios, la vida eterna. Este es el gran deseo de todo creyente, estar de
nuevo con Cristo, estar en la presencia de Dios eternamente, pero mientras
llega, utilicemos nuestra vida para influenciar a otros, no olvidemos que tenemos
una misión, “predica el evangelio a toda criatura”.
Ojala cuando llegue tu
momento de partir seamos de aquellos que influenciaron a los demás y dejaron
una huella marcada en sus corazones. No perdamos el tiempo y empecemos a
influenciar en la salvación de los demás.
Dios les bendiga
abundantemente.
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