TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“No
acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los
destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban.
Más bien
acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni
hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu
tesoro, ahí también está tu corazón”.
Mateo
6.19 – 21
Hoy
en día, vemos como las medidas de seguridad, se hacen cada vez más
sofisticadas. Los bancos, disponen de bóvedas con complicados mecanismos, para
resguardar el dinero de sus clientes. Pero lamentablemente y a raíz de la
crisis económica global, podemos ver con pesar, como personas que han puesto
todo su corazón en las riquezas, han caído en profundas depresiones e incluso
otros han tomado medidas drásticas para su vida.
La pregunta que nos debemos hacer es ¿Cuidamos con el mismo celo por nuestros tesoros espirituales, así como una institución bancaria cuida del dinero que los clientes les han confiado?
¿Por lo tanto donde está nuestro corazón? ¿En las riquezas, en un trabajo, en una posición de poder? ¿En la familia, en tu relación con DIOS?
La Biblia nos alerta, y nos hace reflexionar, sobre los tesoros que nosotros consideramos valiosos, permanentes y seguros, que muchas veces son perecederos, momentáneos y pasajeros.
La pregunta que nos debemos hacer es ¿Cuidamos con el mismo celo por nuestros tesoros espirituales, así como una institución bancaria cuida del dinero que los clientes les han confiado?
¿Por lo tanto donde está nuestro corazón? ¿En las riquezas, en un trabajo, en una posición de poder? ¿En la familia, en tu relación con DIOS?
La Biblia nos alerta, y nos hace reflexionar, sobre los tesoros que nosotros consideramos valiosos, permanentes y seguros, que muchas veces son perecederos, momentáneos y pasajeros.
Hay
personas, que de un momento a otro, han perdido el fruto del esfuerzo de años,
ante las repentinas caídas de las bolsas mundiales. Si su corazón estaba en
esas riquezas, ven como lamentablemente todo se desmorona como un endeble
castillo de naipes.
Lo
más importante no se puede comprar con dinero, el amor, la esperanza, la paz,
la fe, la familia, el hogar, la alegría.
El
Señor no dice que no trabajemos o que no prosperemos, sino que no acumulemos,
que no pongamos nuestro corazón, esto es, nuestra pasión, nuestra obsesión o la
mayor parte de nuestro tiempo, en cosas que al final de la cuentas no nos hacen
mejor personas.
Lo
que somos no está definido por lo que “tenemos”. Además mientras más cosas
“acumulamos” más esclavo nos volvemos de esas cosas y perdemos libertad.
No
valemos más porque tengamos más cosas. Lo que somos, si queremos ser alguien
realmente valioso y no simplemente útil, se cultiva con paciencia, con la
práctica continua de las virtudes y de los valores, con relaciones de
fraternidad y oración.
Muy
diferente sucede, cuando nuestro tesoro está en las cosas de DIOS, valoramos
nuestro tiempo de oración y comunión con Él, tenemos una actitud de
agradecimiento por lo que DIOS nos da cada día, somos capaces de alimentarnos
diariamente con la preciosa Palabra de DIOS, podemos congregarnos y no nos
pesa, pasamos tiempo en su presencia hallando deleite.
¿Tú corazón sigue estando primeramente en DIOS? ¿O todo se ha vuelto una rutina que cumples por obligación o temor?
¿Tú corazón sigue estando primeramente en DIOS? ¿O todo se ha vuelto una rutina que cumples por obligación o temor?
El
valor de nuestra persona, estará determinado por el sitio donde colocamos
nuestro corazón.
A
nuestro “corazón” le pueden caber infinitas cosas, pero si ponemos a DIOS y su
Reino en el primer lugar de nuestro corazón, todas las demás cosas ocuparán el
lugar que les corresponde, nadie ni nada se convertirá en ídolo, en obsesión,
porque estará quien realmente se lo merece, Dios.
Dios
les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario