TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Como tres meses después,
vinieron a decirle a Judá: Tamar, la nuera de usted, se ha acostado con otros
hombres, y como resultado de ello ha quedado embarazada. ¡Sáquenla y
quémenla! Gritó Judá. Pero cuando la
estaban sacando, ella le mandó decir a su suegro: «El dueño de estas cosas es
el que me dejó embarazada.
Fíjese usted a ver de quién son este sello con el
cordón y este bastón.» Cuando Judá reconoció las cosas, dijo: «Ella ha
hecho bien, y yo mal, porque no la casé con mi hijo Selá.» Y
nunca más volvió a acostarse con ella”.
Génesis 38. 24 – 26.
La crítica y el juzgar a los
demás, en la actualidad, son más practicadas que cualquier deporte. Se llenan
horas y horas de televisión y radio, miles de hojas de revistas, periódicos y
páginas webs, con un único propósito criticar y juzgar a los demás.
La reacción de Judá era
correcta en su tiempo, estaba en su derecho, ya que su nuera había fornicado.
Pero en este caso Judá juzgó con ligereza a su nuera sin saber que él estaba
involucrado en el tema.
Rápidamente todos podemos
vernos identificados, cada persona que existe ha criticado algo que finalmente
ha acabado realizando y que después se ha podido ver señalado. ¡Qué fácil es
juzgar a los demás y que difícil dejar que nos juzguen! A ninguno nos gusta ser
juzgados, pero no tardamos mucho en juzgar y condenar las actitudes y errores
de los demás. Jesús conocía esta parte de nuestra naturaleza y ante esto dio
una advertencia “no juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio
que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá.”
¿Cuál es la medida de la
vara con la que medimos a los demás? A veces estamos tan preocupados por los
hechos de los demás que no vemos los nuestros propios, tan preocupados por juzgar
y condenar a los demás por sus actos, que descuidamos los nuestros.
Esto se llama legalismo, un
legalismo en el que nos gusta vivir, y que entonces nos convertimos en asesinos
de la gracia. Aceptamos la gracia de Dios para nosotros, pero imponemos todo el
peso de la ley en los que nos rodean. Vivimos a veces desordenadamente pero no
permitimos que los demás se desvíen un milímetro sin que el peso de la ley y de
nuestro juicio caiga sobre los demás.
La gracia de Dios nos ha
alcanzado y gracias a eso, aun con nuestros pecado podemos ir delante de Dios,
de igual manera que Dios ha tenido gracia y misericordia de nosotros, no somos
nadie para juzgar a los demás, esto es la gracia, no me refiero a hacer lo que
cada uno quiera y no pasa nada, pero si a no juzgar a los demás, a orar por
quien ves que se desvía, por tratar de ayudarle sin condenarle. Hoy es un buen
día para dejar el legalismo y empezar a vivir en la gracia y la misericordia de
Dios.
Dios les bendiga
abundantemente.
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