TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Porque un niño
nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus
hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre
Eterno, Príncipe de Paz”. Isaías 9. 6
La Navidad es, sin lugar a
dudas, una fecha sumamente especial para el mundo entero. Para muchos existen
distintas formas de celebrar la Navidad.
Decimos estos días tantas palabras sobre ella, que no
es fácil acertar en su auténtico y verdadero sentido.
En muchas de las palabras que escuchamos en estos
días, la Navidad es como un surtidor de buenos deseos, de sentimientos de paz y
de bondad, de fraternidad. Y eso está muy bien. Es bueno que en casi todo el
mundo hoy, los hombres y las mujeres parezcamos mejores de lo que somos.
Pero también es cierto que sabemos que todo este ambiente pasará, y probablemente todo volverá a ser como antes. Porque estas buenas palabras y estos buenos sentimientos, son muchas veces emociones pasajeras que se terminan pasadas las fiestas.
Pero también es cierto que sabemos que todo este ambiente pasará, y probablemente todo volverá a ser como antes. Porque estas buenas palabras y estos buenos sentimientos, son muchas veces emociones pasajeras que se terminan pasadas las fiestas.
Para la mayoría de las personas, la Navidad ni
siquiera tiene significado.
Para otros, la Navidad es el tiempo cuando nos
imaginamos a Cristo en un pesebre. Aunque el nacimiento de Cristo sí es un
evento milagroso, no es en lo que nos debemos enfocar. La verdad más importante
de la historia de la Navidad es esta: El Niño de la Navidad es DIOS.
La Navidad no se trata de la infancia de nuestro
Salvador; sino de su deidad. No suponemos que es fácil para cualquier persona
imaginarse el verdadero significado que tiene el nacimiento de DIOS en un
pesebre. ¿Cómo se puede explicar que el Todopoderoso fue un niño? Nuestras
mentes finitas no pueden entender todo sobre la encarnación de DIOS.
Ni se puede explicar cómo DIOS pudo haber sido un
bebe. Pero sí lo fue. Sin dejar a un lado Su divina naturaleza y sin disminuir
Su deidad, nació a nuestro mundo como un pequeño niño.
Fue enteramente humano, con todas las necesidades y
emociones que son comunes a todo hombre. Pero al mismo tiempo fue completamente
DIOS todo sabio y todopoderoso.
Pero la realidad es que estamos a la puerta de la
celebración más importante en la fe, el Padre envía a su Hijo Jesús al mundo y
el mundo lo recibe. A veces mal, porque no lo conoce, porque le parece un
extraño, porque no quiere responder a su palabra. Otras veces, con brazos
abiertos, se acoge a Jesús y se somete a su palabra. Otras veces, con
condiciones, se le acepta o se le rechaza, se le cree o se le pone en duda.
El hecho es que la venida de Jesús al mundo hace más
de 2000 años nos trajo un cambio. Para unos, bien; para otros, no tan bien;
para unos la alegría; para otros, la tristeza; para unos la santificación; para
otros, la condena.
El protagonista de este acontecimiento, es el “Dios hecho hombre” Jesucristo. El Espíritu Santo hizo posible que el seno de una mujer, sirva de cuna al Salvador de este mundo, Jesús.
El protagonista de este acontecimiento, es el “Dios hecho hombre” Jesucristo. El Espíritu Santo hizo posible que el seno de una mujer, sirva de cuna al Salvador de este mundo, Jesús.
De una muchacha virgen llamada María, esposa de José,
nació Jesús, DIOS eterno y hombre verdadero. El Hijo de DIOS hecho
semejante en todo a nosotros, llamado Mesías y Cristo, el Salvador que los
hombres esperaban.
Es el camino, la verdad y la vida. Es el que nos abrió
las puertas del Reino de los cielos. El que nos enseñó el camino a DIOS; el que
se dio por amor, para que nosotros seamos hijos de DIOS.
Esta fiesta es importante, porque celebramos el nacimiento de Jesús, Jesucristo, nuestro Salvador.
Esta fiesta es importante, porque celebramos el nacimiento de Jesús, Jesucristo, nuestro Salvador.
Dios les bendiga abundantemente.
Para más información sobre Isaías 9:6, visite: https://www.bibliaplus.org/es/isaias/9/6
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