UN MOMENTO CON DIOS
Un acto de amor
“En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla”. (Juan 1. 1 – 5)
Jesucristo existía Dios antes
del comienzo del tiempo, era el Verbo mediante el cual todo fue creado. Estuvo
en el huerto con Adán y Eva. Su corazón recibió el primer impacto de violencia
del pecado que rompió el lazo estrecho entre Él y su amada creación.
A lo largo del tiempo, Dios
veía sufrir a su pueblo. Los liberó y los guio por el desierto. Deseaba que su
pueblo lo anhelara solo a Él, pero sus corazones estaban lejos de Él y adoraban
ídolos creados por hombres.
Pensemos en cómo Jesucristo
habría observado y orado desde el cielo, año tras año. Luego cuando hubo
llegado el cumplimiento del tiempo, considera su gozo cuando por fin vino como
nuestro Salvador.
Esta verdad nos invita a abrir
nuestro corazón a la divinidad de Jesucristo, quien, a través de su Palabra,
nos ofrece luz y vida en cada momento.
La luz de Dios no solo vino a iluminar
nuestro camino, sino que también transforma nuestras vidas. En un mundo lleno
de confusión y oscuridad, su luz brilla eternamente, ofreciendo esperanza y
guía. Abracemos su verdad y permitamos que esa luz purificadora disipe nuestras
dudas y temores, llevándonos a un lugar de paz y propósito. Al caminar en esta
luz, encontramos no solo dirección, sino también el amor incondicional que nos
llama a ser reflejos de su gloria en cada paso que damos.
Dios les bendiga
abundantemente.
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