UN MOMENTO CON DIOS
Nuestra respuesta a Dios
“A los seis meses, Dios mandó al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, donde vivía una joven llamada María; era virgen, pero estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David”. (Lucas 1. 26, 27)
El compromiso de María y José
quizás fue algo por lo cual sus familias habían orado desde hacía mucho tiempo.
Ambos venían del linaje de David, una pareja perfecta que sería motivo de gozo
para ambas familias. Pero de pronto Dios interrumpió tal celebración.
La apresurada venida del ángel
a la historia de María no le dio tiempo de preparar para su mensaje: ella había
hallado gracia para con Dios y daría a luz al Hijo de Dios, aun siendo virgen.
Debió haber experimentado un torrente de emociones, además de gran asombro; el
pensar en el qué dirán de su familia y de su comunidad debían haber abrumado su
mente. Tenía que decidir si seguir el plan de Dios, que una simple vista
parecía ser imposible y aterradora.
La respuesta valiente y
humilde de María iluminó una senda para todos los creyentes.
María era una joven de fe
inquebrantable, que, a pesar de las circunstancias y los retos que enfrentaba,
aceptó con humildad el llamado de Dios. Su disposición para confiar en lo
desconocido nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida: ¿estamos listos
para aceptar los planes de Dios, aun cuando no podemos ver el camino? La
historia de María nos recuerda que la confianza en Dios puede llevarnos a
lugares extraordinarios.
Cuando aceptamos las
interrupciones de Dios, podemos descansar en el conocimiento de que Él siempre
tiene un buen plan para nuestra vida.
Dios les bendiga
abundantemente.
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