UN MOMENTO CON DIOS
La luz que vence
“El pueblo que andaba en la
oscuridad vio una gran luz; una luz ha brillado
para los que vivían en tinieblas”. (Isaías 9. 2)
El nacimiento del Señor
Jesucristo ocurrió en un momento en el cual la oscuridad espiritual encubría la
Tierra. El pueblo de Israel había abandonado los caminos del Señor. El templo
se había convertido en un mercado; se ofrecían sacrificios por obligación y
tradición, y no por un anhelo profundo de adorar a Dios. Y la esperanza del Mesías
venidero a menudo era un deseo mundano de salvación militar y destrucción de
los opresores romanos.
Pero el Señor Jesús vino con
un propósito que trascendió por completo esas ideas. La verdad es que vino para
destruir las obras del enemigo, o sea, el enemigo de nuestra alma. Cristo fundó
su reino en la Tierra al entregar su vida como ofrenda de amor y perdón, para
que toda la humanidad pudiera tener vida abundante y verdadera.
Esa luz, que irradia amor y
esperanza, tiene el poder de transformar nuestras vidas. Nos invita a mirar más
allá de la oscuridad y a reconocer que nunca estamos solos en nuestras
batallas. Con cada paso de fe, la luz divina se vuelve más brillante,
iluminando nuestro camino y llenando nuestros corazones de alegría renovada.
Dios les bendiga
abundantemente.
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