UN MOMENTO CON DIOS
Es Navidad: recordemos y
celebremos a Dios
“Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor”. (Lucas 2. 11)
A Dios le encanta conmemorar.
A lo largo de la historia bíblica, lo vemos marcar sucesos significativos con
monumentos. También lo vemos establecer alguna festividad anual para recordar
un momento específico en el cual haya mostrado su poder salvador y amor para
con su pueblo.
¿Por qué es tan importante
mantener tales celebraciones? Porque Dios quiere que recordemos de manera
introspectiva quién es y lo que ha hecho por nosotros. Sabe que necesitamos
experimentar una realidad en cuerpo y alma, para entenderlo a cabalidad.
En Navidad, los creyentes
tenemos la oportunidad de conmemorar y celebrar un suceso maravilloso como
ningún otro: cuando Dios se hizo hombre y vino al mundo para mostrarnos el
camino a Él.
Regocijémonos en el nacimiento
de nuestro Salvador. Celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, el Creador,
nuestro Mesías. Nos regocija que el Rey de Reyes viniera a la tierra, naciera
en un pesebre y viviera una vida perfecta. Cuando Jesús nació, el gozo en los
cielos fue tan grande que no se pudo contener.
Meditemos en Su influencia
actual en nuestra vida. La Navidad es una época para recordar al Hijo de Dios y
renovar nuestra determinación de tomar Su nombre sobre nosotros. Es el tiempo
para reexaminar nuestra vida y evaluar nuestros pensamientos, sentimientos y
hechos. Dejen que sea un tiempo de recuerdo, de gratitud y un tiempo de perdón.
Permitan que sea una época para meditar en la expiación de Jesucristo y en el
significado personal que tiene para cada uno de nosotros. Dejen que sea,
especialmente, un tiempo de renovación y de volver a comprometerse a vivir de
acuerdo con la palabra de Dios y a obedecer Sus mandamientos. Al hacer eso, lo
honramos mucho más de lo que lo haríamos con luces, regalos y fiestas.
Aguardemos anhelosamente Su
venida. Si bien la época navideña suele ser un tiempo para dar una mirada
retrospectiva y celebrar el nacimiento de nuestro Señor, también debiera ser un
tiempo para mirar al futuro. Miremos hacia adelante. Preparémonos para ese día
bendito cuando Él venga otra vez. Seamos tan sabios como los de la antigüedad,
que velaron por Su venida.
Cada Navidad, al celebrar Su
nacimiento, renovemos nuestro compromiso de vivir en amor y compasión,
reflejando así la luz que Él trajo al mundo.
Dios les bendiga
abundantemente.
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