UN MOMENTO CON DIOS
El nacimiento fue el principio
“Y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz. Y allí nació su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón”. (Lucas 2. 6, 7)
El mensaje de la Navidad no
termina con un bebé envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Debemos
recordar la razón por la cual nació ese bebé. El mensaje de la Navidad es que
el Dios eterno vino al mundo para morir por nosotros.
Esas manitas de bebé que se
sacudían y estremecían en un pesebre de madera, eran las mismas manos de
carpintero que más tarde serían clavadas a una cruz de madera. Fueron las
mismas manos que, aunque cicatrizadas, doblaron con cuidado el manto que lo
envolvió después de vencer el pecado y la muerte para darnos vida eterna. Son
esas mismas manos las que con amor nos alcanzan y levantan una y otra vez a lo
largo de la vida.
En este tiempo de Navidad,
cuando todo parece ser un ajetreo, no nos perdamos en el trajín y el
materialismo. Recordemos el verdadero mensaje de la Navidad.
El nacimiento de Jesús es el
momento más importante de la navidad, la época en que los cristianos celebran
su llegada a este mundo con oraciones, reuniones familiares y actos de amor y
generosidad. A través de este versículo, se nos recuerda la importancia de
celebrar y honrar a Dios en esta época del año y en cada momento de nuestras
vidas.
En la sencillez de un pesebre,
el cielo se unió a la tierra en un gesto de amor divino. Este humilde comienzo
nos enseña que la grandeza no reside en lujos, sino en el amor y el sacrificio
que estamos dispuestos a dar. Cada año, al recordar este nacimiento, se nos
invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas: ¿cómo estamos eligiendo
vivir ese mismo amor humilde y generoso en nuestro día a día? La verdadera
navidad no solo se celebra en un día, sino que florece en cada acto de bondad y
en cada corazón que se abre a los demás.
Dios les bendiga
abundantemente.
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