Dios ve más
“Pues la mente de este pueblo
está entorpecida, tienen tapados los oídos
y han cerrado sus ojos, para no ver ni oír, para no entender ni volverse a mí,
para que yo no los sane”. (Mateo 13. 15)
Este versículo es un
recordatorio importante de cómo el pecado puede adormecer y entumecer nuestros
corazones, llevándonos a la incredulidad y al alejamiento de Dios.
El entorpecimiento del corazón
es uno de los temas más recurrentes en la Biblia. Jesús se refiere a ella en
varias ocasiones, y la describe como una condición en la que nuestra capacidad
para entender la verdad de Dios es limitada o incluso inexistente. El pecado es
la principal causa de esta condición, porque nos aleja de Dios y hace que nos
aferramos a nuestros propios deseos y placeres.
Jesús dice que aquellos que se
alejan de Dios y tienen corazones entumecidos no pueden "convertirse y ser
sanados". La conversión es un proceso importante en nuestra fe, porque es
a través de ella que nos permitimos ser moldeados y transformados por Dios. La
sanación de Dios es el regalo que viene como consecuencia de nuestra
conversión. El aceptar su voluntad y sus planes para nuestra vida es la llave
para recibir su sanación y transformación.
En la dulzura de la
misericordia divina, recordamos que, aunque nuestros corazones puedan
entumecerse ante las adversidades de la vida, siempre hay una invitación
abierta a volver a Dios.
Mateo 13. 15 nos llama a abrir
nuestros ojos y oídos a su Palabra, permitiendo que su luz penetre en las áreas
más oscuras de nuestro ser. Con cariño y paciencia, Él espera nuestra
respuesta. Cada paso hacia la conversión es un paso hacia la sanación, y un
hermoso recordatorio de que la gracia de Dios está siempre lista para
abrazarnos y transformarnos.
Dios les bendiga
abundantemente.
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