UN MOMENTO CON DIOS
Por Su sangre
“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1. 7)
“Porque en todas las cosas
fuisteis enriquecidos en él. En toda palabra y en toda ciencia” (1 Corintios 1.
5)
Nadie llega a pobreza por
convertirse al Señor; por el contrario, hemos sido enriquecidos en todas las
cosas, no sólo materialmente sino espiritualmente. El mundo entiende el término
riqueza como abundancia de bienes materiales, pero espiritualmente es la
abundancia de bienes espirituales, que generalmente no son valorados ni
reconocidos por los hombres naturales que están sin Cristo, ya que no tienen
los sentidos ejercitados espiritualmente para entenderlo.
Hay innumerables riquezas en
Cristo: Nuestra primera posesión o riqueza, es la redención. Y se refiere a lo
que hizo Jesús al derramar su sangre y al resultado de ello. Nos liberó del
pecado que nos condenaba, nos rescató de manos del enemigo pagando el precio de
la deuda para liberarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte.
“Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento,
para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las
riquezas de la gloria de su herencia en los santos”. (Efesios 1. 18)
Hemos sido enriquecidos con
entendimiento, esa facultad interior que, por la iluminación espiritual del
Espíritu Santo, aclara nuestro conocimiento de Dios, equilibra nuestros
afectos, pensamientos y voluntad. Por haber sido redimidos debemos tener
esperanza de todas las cosas que se esperan. Esta riqueza de la herencia gloriosa
en el cielo, sólo se puede percibir cuando nuestro entendimiento es iluminado
por el evangelio.
“Para que sean consolados sus corazones,
unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin
de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos
todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. (Colosenses 2. 2 – 3)
El amor cristiano nos madura
para encontrar grandes tesoros espirituales de entendimiento pleno,
conocimiento y sabiduría que están escondidos en Cristo. Hemos sido
enriquecidos con toda Palabra y conocimiento para la evangelización, la
predicación y la enseñanza.
“Teniendo por mayores riquezas el vituperio de
Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el
galardón”. (Hebreos 11. 26)
La fe de Moisés no le permitió
vacilar sobre lo que Dios quería. Prefirió sufrir con el pueblo hebreo que
gozar de los deleites terrenales de Egipto. Su meta era la eternidad. Cristo
tuvo que padecer por nosotros en su condición terrenal pero ahora goza de
gloria y majestad, sentado a la diestra de Dios Padre en los cielos.
Quitemos la mirada de los
bienes de este mundo y pongámosla en las riquezas de su gracia.
Seamos agradecidos. Hemos sido
dotados de muchos dones espirituales según sus riquezas en gloria. Nada en este
mundo saciará nuestra vida más que Cristo. Su presencia es nuestra mayor
riqueza.
Dios les bendiga abundantemente.
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