miércoles, 22 de enero de 2020

Tiempo... Romanos 5. 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.  Romanos 5. 8


Muchas personas grandes dicen: «no recuerdo que mi padre o mi madre me hayan dado un abrazo cuando niño». Y así muchas personas han vivido sin conocer el amor, otros han sufrido rechazo, y miramos las consecuencias.
Hoy en día impera el odio, el rencor, se aborrecen unos a otros, hay guerras en diferentes países y se matan unos a otros sin siquiera conocerse.
¿Qué es el Amor? Hay tantas definiciones como hombres puedan existir. A la luz de la Biblia el amor es una inmutable generosidad de gracia divina y una inmensurable buena voluntad, que siempre busca el bien de la otra persona, sin importar lo que esta haga. Es, el amor, sacrificial cuando da libremente sin pedir nada a cambio. También tiene que ver con la voluntad, más que con los sentimientos, porque es una decisión y no una emoción.
Dios decidió amarnos hasta dar la vida de su Único Hijo para morir en una cruz y darnos vida eterna, perdón de pecados y una vida abundante; esto es un amor incondicional por la humanidad.
Dice la Biblia: “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5.5), por tanto es el amor de Dios el que debe morar en nuestro corazón y con esta clase de amor tenemos que amar a los demás.
Ese amor que nos habla Pablo en 1 Corintios 13.4 “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser”.
Ahora, el amor no se expresa tan solo con palabras, sino con hechos. De qué nos hubiera servido a los humanos que Dios tan solo nos hubiera dicho «los amo»; no nos hubiera servido de mucho, pero Dios demuestra su eterno e incomparable amor a través de Jesucristo.
Si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros de manera incondicional.
Dios les bendiga abundantemente.

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