miércoles, 8 de enero de 2020

Tiempo... Mateo 25. 40



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“En cuanto lo hiciste a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hiciste.”  
Mateo 25. 40



Una persona que visitaba un hospital vio a una enfermera curando las llagas de un leproso. Entonces, le dijo: “Eso yo no lo haría ni por un millón de dólares”. La enfermera respondió: “Yo tampoco. Pero para Jesús lo hago gratis”.
A veces esperamos momentos extraordinarios para servir al prójimo o a Dios mismo. O quizá consideramos que solamente en contextos institucionales, eclesiásticos o profesionales se puede hacer algún tipo de obra de bien. Nos adherimos a ONG, nos sumamos a agrupaciones sociales y hasta organizamos movimientos de caridad como para sentirnos siervos de Dios, buenas personas y solidarios vecinos.
Estamos muy enfocados en lo que vemos en esos ámbitos, pero descuidamos la mirada que ve lo que ocurre ahí nomás, en lo cercano de la ciudad y de nuestra comunidad. Buscamos el momento adecuado, el contexto seguro y el respaldo necesario antes de tomar decisiones para entregar algo de lo nuestro a otros que lo necesitan.
Jesús demostró su disposición a servir cualquiera fuera la oportunidad. Ayudaba en la ciudad como así también en las afueras. Detenía una caravana de manera imprevista para consolar a una viuda pobre, como también a veces se anunciaba antes de visitar a alguna familia para sanar alguna enfermedad. Sanaba en días de reposo y lo hacía cualquier otro día. Organizaba un verdadero culto arriba de una barca, como así también lo hacía en una casa con el techo roto a causa de la desesperación de quienes intentaban acercarse a Él.
Manifestaba su poder en una boda, como así también en la tumba de alguien que apestaba desde hacía cuatro días. Nada detenía su percepción de la necesidad y su accionar a favor de ello.
Jesús fue, y es, el Dios de la gloria y el niño del pesebre. Todo su ejemplo nos motiva a que seamos capaces de promover la creatividad suficiente para ayudar a otros sin esperar las condiciones ideales. Hoy puede ser la mejor ocasión para que nuestros corazones palpiten para servir. En medio de un día donde muchos pasan a nuestro lado mirando con indiferencia, nuestra mirada puede hacer la diferencia.
Dios les bendiga abundantemente.

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