martes, 14 de enero de 2020

Tiempo... Mateo 6. 25 - 26



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves!”  Mateo 6. 25 – 26


Dios hace las cosas sorprendentes. Esta es una declaración simple y es verdad. ¿Cómo podemos decir eso? La prueba está a todo nuestro alrededor. Algunas veces nos olvidamos de mirar, o simplemente comenzamos a dar esas cosas por sentado.
En los pequeños milagros que nos rodean cada día y llegan en el momento indicado. Nunca debemos acostumbrarnos a ellos, al contrario debemos maravillarnos al ver obrar a Dios en los pequeños detalles que nos hacen ver Su cuidado y Su amor por nosotros.
Ésa es la razón por la que todo creyente maduro debe observar a un creyente más nuevo. ¿Qué mejor manera de recordar la gracia sorprendente de Dios que verla a través de los ojos de alguien que no ha llegado a acostumbrarse a ella?
Hablando con una creyente nueva me comentaba cuán preocupada había estado por pagar una cuenta y lograr pagar la renta.
El placer de escuchar su voz se convirtió en preocupación y luego en confusión. Porque no parecía estar preocupada por no tener suficiente efectivo. En vez de ello, ¡Había gozo! Me dijo que acababa de llegar a casa del trabajo y se había puesto a revisar su buzón de correo. Dentro había un cheque de reembolso de su compañía de seguros. No esperaba que llegara tan pronto, y era justo lo que necesitaba para llegar a fin de mes.
Su gozo provenía de darse cuenta que Dios verdaderamente estaba cuidando de ella. Había dado otro paso en cuanto a comprender lo que Jesús dijo: “no os preocupéis por vuestra vida”…
Debemos recordar la manera en que Dios cuida de nosotros y de nuestra familia de maneras similares.
Nuestra fe crece y se fortalece cuando nos damos cuenta que Dios no sólo hace cosas sorprendentes. Él es verdaderamente sorprendente.
Dios siempre está obrando en nuestras vidas para bien y nos bendice a través de los pequeños “grandes” milagros de cada día, para decirnos “Yo estoy contigo”.
Dios les bendiga abundantemente.

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