LECTURA
DIARIA:
Génesis
capítulo 28
La bendición
de Abraham le dio a Jacob, consistía en la promesa divina de “tierra y
descendencia” (Gen. 12:1-3; Gen. 17:6-8)
Lo curioso es
que, en ese momento, Jacob estaba saliendo de la Tierra Prometida.
Además, Jacob tampoco tenía descendencia. La bendición podía sonar un
poco “irónica”, pero en realidad era profética.
El Señor
advirtió a los patriarcas que antes de recibir la tierra, iba a venir la
descendencia (Gen. 12:7). Por eso era importante que Jacob fuera a buscar
esposa. Sin embargo, no debía casarse con mujer cananea, sino de entre su
propia parentela, tal como lo había hecho Isaac.
Esta no fue sólo
una bendición o una promesa, fue una orden, y Jacob obedeció. Jacob fue a
Padán-aram, a casa de Labán, hijo de Betuel arameo, hermano de Rebeca, madre de
Jacob y Esaú.
Parecía
irónico que el hijo que tenía la promesa de recibir la Tierra Prometida
tuviera que salir al exilio, mientras que el otro hijo se quedaría.
Pero esto
sólo sería por un tiempo, pues Jacob regresó 20 años después, mientras que Esaú
se retiró al otro lado del Río Jordán, donde la tierra era más adecuada para la
crianza de ganado y la cacería.
Esaú no sólo
estaba molesto con Jacob por haberle quitado la bendición de primogénito.
También reaccionó a la búsqueda de mujer por parte de Jacob. Esaú estaba
consciente que sus padres no se llevaban bien con sus dos mujeres, por eso
decidió buscar otra.
En el camino
a Harán, Jacob tuvo un encuentro personal con Dios. Hasta entonces, para
Jacob YHVH era el Dios de su abuelo Abraham y su padre Isaac. Él aún no
había tenido una experiencia personal con Dios hasta ese día.
Dios mismo le
confirmó la bendición que Isaac le acababa de dar, antes de partir.
Para Jacob
era importante recibir esta confirmación en ese preciso momento, ya que no
tenía nada, no tenía descendencia, y estaba huyendo de la tierra de la
promesa.
Seguramente
se preguntaba si se casaría, si tendría hijos y si volvería algún día a la
tierra donde nació, y si volvería a ver de nuevo a su familia.
El Señor le
confirmó que sí iba a regresar a la Tierra Prometida.
Jacob tuvo
esta revelación a través de un sueño, pero fue muy vívido, y él quedó
impactado. Él supo que había sido de Dios.
Jacob se dio
cuenta que el lugar donde durmió era un lugar especial
Luego de la
señal que hizo a raíz del sueño que tuvo, Jacob hizo un voto.
Aun cuando el propósito de
Dios era uno solo, cada uno de los patriarcas recibieron un llamado diferente
en la primera ocasión que oyeron de Dios.
Cada uno de ellos recibió
una dirección diferente en relación con la Tierra Prometida ,
según el momento en que se encontraban en sus vidas.
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