LECTURA
DIARIA:
Génesis
capítulo 27
El capítulo
anterior de Génesis narra en los últimos versículos, el casamiento de Esaú con
dos mujeres cananeas, quienes tenían costumbres y valores muy diferentes a los
de la familia de Isaac.
Esto trajo
gran pesar, tanto en Isaac como en Rebeca, su esposa.
Isaac, ya
entrado en años, tenía un impedimento, no veía bien. Esto no sólo era en
lo físico, sino también en un sentido espiritual.
A pesar de la
conducta desviada de Esaú, él seguía siendo su hijo favorito, y había decidido
bendecirlo con la primogenitura antes de morir.
Esto podría
parecer normal, pero no debemos olvidar la revelación que Rebeca recibió antes
de que los gemelos nacieran y la venta del derecho de primogenitura.
Pero Rebeca
no lo olvidó, por lo que decidió actuar para prevenir tal error.
Rebeca
también estaba actuando incorrectamente, aunque “tuviera la
razón”. Por eso Jacob no quería participar de este plan, pero su
madre insistió, diciéndole que lo libraba de culpa.
Al final,
Jacob siguió el consejo de su madre. Cuando Jacob se presentó ante su padre
haciéndose pasar por su hermano, Isaac sospechó que quien le hablaba no era
Esaú, por lo que le pidió que se acercara para palparlo.
Aconsejado
por la madre, Rebeca, Jacob se hizo pasar por Esaú para conseguir la bendición
de primogenitura.
Al fin
Isaac terminó dándole la bendición a
Jacob, creyendo que era Esaú.
Esaú estaba
cazando el venado e ignoraba lo que estaba sucediendo en la casa de
Isaac. Cuando él finalmente llegó con su padre, él ya había dado la
bendición a Jacob.
Lo normal
hubiera sido que Isaac se enojara y maldijera a Jacob por haberlo engañado, pero
no lo hizo. Al contrario, confirmó la bendición que le había dado a
Jacob: “…Sí, y bendito será” (27:33).
Evidentemente
algo pasó en el acto de bendición a Jacob que convenció a Isaac de estar
haciendo lo correcto. Probablemente Dios abrió sus ojos ciegos en ese
momento para ver la voluntad divina.
Esaú no fue
tan comprensivo como Isaac. El se alteró mucho al oír que su hermano Jacob
le había “robado” la primogenitura, aunque él sabía que ya se la había vendido
cuando eran más jóvenes.
Desde el día
en que Jacob fue bendecido con la primogenitura, se sembró una semilla de
resentimiento en el corazón de Esaú contra su hermano Jacob. Pero no sólo
se quedó como un sentimiento, sino se degeneró en odio, hasta llegar al punto
de desear la muerte de su propio hermano, al estilo de Caín.
El plan de
Esaú era matar a Jacob tan pronto como Isaac muriera.
Posiblemente
se hubiera repetido la historia de Caín y Abel, a no ser por la intervención de
Rebeca.
Rebeca sabía
que el odio de Esaú no iba a mermar, y la única salida era que Jacob
huyera. Pero su salida también tendría otro propósito.
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