LECTURA
DIARIA
Génesis
capítulo 16
Sarai, la
esposa de Abram, era estéril, lo que en el mundo antiguo se consideraba una
maldición.
Una mujer
casada que no pudiera tener hijos era avergonzada por sus semejantes y a menudo
se le pedía que diera una sierva a su esposo para poder producir herederos. Los
niños nacidos de la sierva eran considerados hijos de la esposa.
Sarai dio a
su sierva Agar a Abram como esposa sustituta, Abram, cuando aceptó, estaba
actuando de acuerdo con la costumbre de esos días.
Pero esta
acción era una falta de fe en la promesa que Dios le había dado.
Diez años
antes, Abram creyó que Dios le proporcionaría un hijo. Sarai, a la edad de 75
años, había agotado su fe, y ahora Abram flaqueaba también.
Pese a que
Sarai fue la que planeó que Agar tuviera un hijo de Abram, luego culpó a Abram
por las consecuencias.
Sarai
descargó su ira contra Agar, cuando esta concibió. El trato fue tan cruel que
provocó que Agar huyera. La ira especialmente cuando surge de nuestras propias
fallas, puede ser peligrosa.
Agar estaba
huyendo de su ama y de su problema y el ángel del Señor la encontró a mitad de
camino.
El ángel del
Señor le aconsejó que regresara y enfrentara a Sarai, la causa de su problema,
y que se sujetara a ella. Esto incluía la necesidad de rectificar su actitud
hacia Sarai, aunque estuviera justificada.
También le
dijo que tendría un niño y que su nombre sería Ismael, “DIOS oye”, cuya
descendencia sería multiplicada.
Agar obedeció
al ángel del Señor y regresó, y cuando el niño nació le pusieron por nombre
Ismael.
Abram trata
de remediar esta situación, por caminos legales ciertamente, aunque puramente
humanos. Con frecuencia los caminos del Señor no coinciden con los de los
hombres.
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