LECTURA
DIARIA:
Génesis capítulo 12
Cuando Dios
lo llamó, Abram se trasladó por fe de Ur a Harán y finalmente a Canaán.
Entonces, Dios estableció un pacto con Abram, y le dijo que sería el fundador
de una gran nación. No sólo esta gran nación sería bendecida, dijo Dios, sino
también las demás naciones del mundo serían bendecidas a través de los
descendientes de Abram.
Israel, la
nación que saldría de Abram, debía ser un pueblo que siguiera a Dios e
influenciara a los pueblos con los que tuviera contacto.
De la descendencia
de Abram nació Jesucristo para salvar a la humanidad. Por medio de Cristo,
todas las personas pueden tener una relación personal con Dios y ser bendecidas
tremendamente.
Dios probó a
Abram, si lo amaba más que a todo y si podía dejar voluntariamente todo para ir
con Él. Sus parientes y la casa de su padre eran una constante tentación para
él; no podía seguir entre ellos sin el riesgo de ser contaminado.
Dios llevó a
Abram de la tierra impía y egoísta de Ur a la región fértil de Canaán, donde se
podría establecer una nación entregada a Dios.
A pesar de
que era pequeña, Canaán fue el punto central de la mayor parte de la historia
de Israel y el surgimiento del cristianismo. Este pequeño territorio que Dios
entregó a un solo hombre, Abram, ha tenido un impacto tremendo en la historia
del mundo.
Abram
construyó un altar a Dios. En muchas religiones se utilizaban los altares, pero
para el pueblo de Dios, los altares eran más que simples lugares de sacrificio.
Los altares simbolizaban comunión con Dios y conmemoraban encuentros
significativos con El. Construidos de piedras y tierra, a menudo los altares
permanecían en esos lugares por años como recordatorios continuos de la
protección y las promesas de Dios.
Hubo hambruna
en Canaán, Abram se fue a Egipto donde había comida.
Esta fue una
prueba de fe para Abram y él la pasó victorioso. No cuestionó la dirección de
Dios cuando se enfrentó con esta dificultad.
Abram,
actuando por temor, pidió a Sarai que dijera sólo la mitad de la verdad al
decir que era su hermana. Ella era medio hermana de Abram, pero también era su
esposa.
Abram
pretendía engañar a los egipcios. Temía que al saber la verdad lo mataran para
conseguir a Sarai. Sarai habría sido una adquisición deseable para el harén de
Faraón por causa de su riqueza, belleza y por la posibilidad de una alianza
política. Como hermano de ella, se le habría dado a Abram un lugar de honor.
Sin embargo, como su esposo, su vida estaría en peligro, ya que Sarai no podría
entrar al harén de Faraón a menos que Abram estuviera muerto. Así que Abram
dijo sólo la mitad de la verdad y mostró falta de fe en la protección de Dios,
aún después de todo lo que Dios le había prometido.
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